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CAPITULO LX
HISTORIA DE UN PERRO
SE lee en la santa Biblia y en la Historia
Eclesiástica que, en ocasiones, se sirvió Dios de
medios extraordinarios, de los animales, para
defender a sus siervos.
Estaba burlándose del profeta Eliseo una
pandilla de muchachos irreligiosos e insolentes,
cuando he aquí que salieron dos osos de la
floresta vecina e hicieron con ellos un horrible
estrago. Durante setenta años, un cuervo llevaba
cada día al desierto el alimento necesario para
San Pablo, fundador de la vida eremítica. Cuando
San Antonio tuvo que enterrar el cadáver de este
habitante del desierto carecía de herramientas
para cavar la fosa; se le presentaron entonces dos
leones, excavaron con sus garras la tierra en su
justa medida, y bendecidos por el santo
desaparecieron como mansos corderillos.
Pues bien, durante aquel tiempo de continuos
peligros para don Bosco, plugo a la Divina
Providencia darle un guardián y un defensor muy
singular: un perro grande y hermosísimo, de color
gris, que fue, y lo será siempre, tema de muchas
conversaciones y suposiciones. Algunos jóvenes lo
vieron, lo tocaron, lo acariciaron, y supieron
detalles de él, dignos de especial recuerdo.
Lo contamos de acuerdo con el relato de algunos
de ellos, José Buzzetti, Carlos Tomatis y José
Brosio entre otros. ((**It4.711**))
Añadiremos que nosotros mismos interrogamos a don
Bosco sobre algunas circunstancias, que él nos
confirmó de viva voz.
El perro gris se asemejaba por su forma y su
tamaño a un perro de ganado o mastín de guardia.
Ante todo hemos de notar que nadie, ni siquiera
don Bosco, supo jamás de dónde venía o quién era
su dueño. Pero, si no podemos presentar su partida
de nacimiento,
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