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CAPITULO LIX
ATENTADOS -CASTAÑAS Y VINO ENVENENADO -CUCHILLO
CARNICERO -REPRENSIBLE CONDUCTA DE LA FUERZA
PUBLICA -BUEN OFICIO DE UN AMIGO -GRANIZADA DE
GARROTAZOS -CAGLIERO DEFIENDE A DON BOSCO -PELIGRO
EN LA CALLE DE MONCALIERI -CAUTELAS DE MAMA
MARGARITA -AMISTAD DEL VECINDARIO
EN uno de los capítulos precedentes hemos expuesto
cómo dos pícaros, que habían ido al Oratorio para
intimar a don Bosco que dejase de escribir
Lecturas Católicas, al salir de su habitación
profirieron con ceñudo aspecto: íNos volveremos a
ver! Estas palabras, más que las oscuras amenazas
que se dejaron escapar en el curso de su
conversación, nos dan el hilo de la larga serie de
atentados contra la vida de don Bosco. Fueron
tantos y tan fraudulentamente preparados y
violentos, que podemos decir sin dudarlo, que
solamente por un cuidado extraordinario de la
Divina Providencia, por un milagro, pudo don Bosco
salir ileso cada vez. Da la impresión de que una
amplia trama secreta estaba urdida por los herejes
y malhechores contra él. Contaremos algunos de los
principales hechos, de los que varios jóvenes
fueron testigos oculares, u obtuvieron una fiel
relación de los que lo habían sido.
Una noche, después de cenar, estaba don Bosco
dando la acostumbrada clase nocturna, cuando dos
hombres de siniestro aspecto fueron ((**It4.697**)) a
llamarle, pidiendo saliera a toda prisa para
confesar a un moribundo, en un lugar un poco
distante, llamado Corazón de oro. Siempre bien
dispuesto al servicio de las almas, encargó
enseguida a otro de su clase y se dispuso a partir
incontinente. Al salir de casa, como era hora un
poco avanzada, se le ocurrió llevar consigo
algunos muchachos de los mayores para que le
hicieran compañía, y los llamó.
-No hace falta que lleve a nadie consigo,
dijeron los dos desconocidos; nosotros mismos le
acompañaremos para ir y volver; además el enfermo
podría asustarse con su presencia.
-No se preocupen, añadió don Bosco, mis
muchachos tienen
(**Es4.532**))
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