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largo hasta media pierna. Fue suficiente que don
Bosco empezase a alternar con aquel profesor para
que, enseguida, sin que nadie le dijera nada,
alargara las faldas del hábito hasta llegar
poquito a poco a los pies y no dejar ninguna
diferencia entre él y el que llevaba sotana.
((**It4.677**)) >>Tenía
este profesor un carácter tan impetuoso, que había
días en que, pese a los esfuerzos que se hacía,
resultaba molesto hasta para los de casa. En tales
ocasiones, íay de quien le contrariase o
contradijese! Me encontraba con él un día a punto
de tomar el café. Se había olvidado su hermana de
la cucharilla, y él, en vez de organizar una
catástrofe, según su costumbre, volvióse a ella
sonriente y, formando una concha con la mano le
dijo:
>>->>Dónde queda el aparejo ese para el azúcar?
>>Lo hizo con tal gusto y novedad que su
hermana, después de haberle servido, me dijo
aparte:
>>-íVea usted el efecto del trato asiduo con
don Bosco! Si lo de esta mañana me hubiera
sucedido hace algún tiempo, se hubiera armado la
de San Quintín. En cambio ahora, todo al revés.
Bromea que da gusto y vivimos en paz>>.
A su vez, los estudiantes del Oratorio llamaban
poderosamente la atención por su edificante
conducta, en medio de los compañeros. Estimaban a
los señores Picco y Bonzanino y eran cordialmente
apreciados por ellos. Estos dos profesores pueden
llamarse los patriarcas de los maestros de las
escuelas salesianas, porque instruyeron a muchos
de los que el Señor destinaba para colaboradores
de don Bosco en la enseñanza en favor de la
juventud. Se gloriaban de haber tenido alumnos
como Rúa, Cagliero, Francesia, Cerruti y otros,
que siempre eran los primeros en la clase por su
aplicación, diligencia, aprovechamiento, y que
estimulaban con su ejemplo a los compañeros de
familias burguesas a cumplir mejor los preceptos
de sus educadores. En su ancianidad recordaban
siempre con gran placer cómo los muchachos del
Oratorio compensaban los trabajos y los
desalientos ocasionados por la poca
correspondencia de otros alumnos.
Sin embargo, reinaba entre todos los alumnos,
ricos y pobres, una alegre armonía, gracias a los
hijos de don Bosco que eran queridos por los
compañeros. Celebraban juntos las fiestas. Los
unos acudían ((**It4.678**)) a las
del Oratorio, los otros participaban en las de las
escuelas privadas de retórica y gramática, que se
celebraban solemnemente en honor de San Luis
Gonzaga en la Basílica Real Magistral. Era todavía
la religión quien inspiraba y dominaba en el campo
(**Es4.517**))
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