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honorario de la colegiata de la Santísima
Trinidad, doctor en filosofía y letras, caballero
de San Mauricio y de San Lázaro. Pues bien, él
mismo, hacia 1900, nos exponía el aprecio que tuvo
por don Bosco desde el primer instante.
<((**It4.672**)) prever.
Y sin embargo, aunque no hubiese en casa el pan
suficiente, llegaba para todos.
>>También conocí a mamá Margarita; admiré su
vida sacrificada, constantemente preocupada por el
bienestar de los niños. Cuando necesitábamos algo,
acostumbrábamos ir a ella, la cual, si podía, nos
atendía inmediatamente y nos suministraba lo
necesario, exhortándonos siempre a la oración y a
la virtud. Era venerada por todos cuantos acudían
al Oratorio, aún por personas de alta posición>>.
El profesor Bonzanino le admitió en su escuela
juntamente con Carossi.
Don Bosco se entretenía a menudo hablando con
aquellos buenos profesores, sobre los distintos
clásicos latinos, y les recomendaba que
corrigieran siempre los ejercicios de los alumnos,
anotando los errores y dándoselos a conocer, pues
juzgaba era éste el mejor modo para enseñar una
lengua a la perfección. Más tarde repetía este
mismo aviso con insistencia a los maestros del
Oratorio. Y no abandonaba a sus muchachos al
llegar el tiempo de los exámenes, lo mismo en las
escuelas privadas que en las del Estado. Iba a
visitar a los examinadores, los cuales le
permitían bondadosamente ver los ejercicios
escritos de sus alumnos. El los leía atentamente,
examinaba las correcciones, defendía algunas
impropiedades que habían sido tenidas por errores.
Y lo hacía con tal erudición que causaba
admiración a aquellos profesores, los cuales
decían que nunca hubieran imaginado que don Bosco
poseyera tal profundidad y variedad de
conocimientos sobre la literatura latina.
Don Bosco compensaba a los señores Picco y
Bonzanino lo mejor que podía, atendiendo
afectuosamente a todos sus discípulos. Como no
había en sus escuelas clase de catecismo y de
religión, él
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