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locales a propósito. Por tanto, redoblaba sus
cuidados y visitas a los talleres y repetía sus
recomendaciones a los patronos para que atendiesen
a sus protegidos. Pero pasaba sus angustias y
trabajos para encontrar talleres verdaderamente
cristianos. En ciertos oficios resultaba cada vez
más difícil hallar jefes de probada religiosidad.
Preocupados únicamente por el trabajo material y
las ganancias, se hubieran extrañado, si alguien
les hubiera hecho observar que Dios les pedirá
cuenta del alma de sus obreros. Y los obreros,
faltos de alguien que les recordase la dignidad de
su propia alma, la necesidad de santificar el peso
del duro trabajo, sus destinos inmortales y las
esperanzas divinas; sin nadie que les diera un
buen ejemplo, un aviso oportuno, que impusiese a
los díscolos ((**It4.663**)) la
observancia de la Ley de Dios, dejaban corromper
sus espíritus y su corazón con toda suerte de
malvadas influencias.
Escribía don Bosco en una de sus primeras
Lecturas Católicas:
<>Cuáles son las primeras
palabras que hieren mis oídos? El adorable nombre
de Nuestro Señor Jesucristo, pronunciado en vano
por un lado y por otro, maldiciones, frases de
cólera y blasfemias. Me parece estar en una sima
del infierno. Me acerco a unos jóvenes, cuyas
conversaciones licenciosas y descaradas me dan
escalofríos. Me vuelvo a otra parte y aquí un
hombre maduro que desacredita a la religión y sus
ministros; allí otro, que maldice a la
Providencia; no falta más que aquel viejo de allá,
sin fe y sin pudor, que actúa de maestro de
corrupción y de impiedad ante una turba de
aprendices que le escuchan con curiosidad y beben
imprudentemente su veneno.
>>Y sin embargo, éste es el triste cuadro que,
en nuestros días, presenta una gran parte de
nuestros establecimientos y centros de trabajo.
Pregúntese a aquellos hombres por qué tanto sudar
y fatigarse, desde que sale el sol hasta su ocaso.
Todos responden:
>>-Para ganarnos el pan.
>>-Magnífico, eso para el cuerpo. >>Y para el
alma?
>>Ríen.
>>->>Pensáis en la salvación del alma?
>>Vuelta a reír.
>>-Pero, >>no teméis cargaros con una eterna
desgracia?
>>-Lo que tememos es caer enfermos,
encontrarnos sin trabajo, padecer y morirnos de
hambre.
>>->>Y cuando muráis?
>>Risas.
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