((**Es4.500**)
>>Y se lo llevé. Bebió y me dio las gracias
varias veces, como por un favor recibido>>.
Don Miguel Rúa afirmaba, por su parte: <>-Soy don Bosco, sólo don Bosco.
>>Y es que siempre era indiferente a honores y
menosprecios.
>>Tenía tan bajo concepto de sí mismo, que no
se consideraba más que un simple instrumento en
las manos de Dios y un tercero en la dirección y
manejo de sus obras. Nunca hablaba en primera
persona diciendo: yo he hecho, yo he dicho,
((**It4.656**)) yo
quiero, sino en tercera persona: don Bosco ha
dicho, don Bosco desea, don Bosco recomienda. A
menudo afirmaba su incapacidad para hacer algo y
repetía que, de no haber sido por la vocación
recibida del Señor, no habría podido ser más que
un pobre cura de montaña. Todo lo que hacía lo
atribuía a Dios y decía: -Por la gracia de Dios,
hemos hecho esto. -Si Dios quiere, haremos
aquello. -Dios nos ha enviado esta ayuda. -Demos
gracias a Dios por todo.
>>A El sólo atribuía la gloria de todas sus
empresas. Y hasta, considerándose un instrumento
inútil del Señor, atribuía a sus sacerdotes y
antiguos alumnos, ya salidos del Oratorio, el bien
que hacía y que había hecho. Si sucedía alguna
adversidad, que afectase a toda su Institución,
entonces solía decir:
>>-Tal vez hemos hecho alguna al Señor y El nos
castiga. Seamos buenos y nos bendecirá.
>>Por esto recibía con resignación toda suerte
de tribulaciones y recomendaba a los jóvenes este
acto de humildad.
>>Recuerdo que una vez vino al Oratorio el
venerando Prior de la Orden
de Santo Domingo. Don Bosco, que no dejaba escapar
una ocasión para ejercitarse en la virtud y para
instruir a sus hijos, pidióle se dignase
sugerirnos una máxima útil para todos nosotros. Y
él respondió con el texto de San Agustín: -Prima
virtus est humilitas; secunda, humilitas; tertia,
humilitas, (la primera virtud es la humildad; la
segunda, la humildad; la tercera, la humildad).
Entonces
(**Es4.500**))
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