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((**Es4.486**) en la cabeza y asquerosas lindezas en la boca, despreciando al clero y burlándose de los sagrados ritos. La estatua de la Virgen, así insultada, fue adquirida más tarde por el marqués Fassati, cuando el Santuario fue dotado de una estatua cubierta con una lámina de plata, y la regaló a nuestra iglesia de San Francisco de Sales, donde todavía se venera. Mientras tanto, el afligido Pontífice sabía condescender con las peticiones que no se oponían a su conciencia y quitaba la ocasión de muchos pecados. Víctor Manuel habíale expuesto la necesidad del pueblo y el deseo del Gobierno de disminuir en el Piamonte el número de días festivos de precepto, a fin de atender con el trabajo a las necesidades de los súbditos. El Papa consintió y, en un Breve del seis de septiembre, quitó del número de las fiestas de precepto la Circuncisión, San Mauricio, la Purificación, la Anunciación de María Santísima, San José, los lunes después de Pascua y de Pentecostés y San Esteban: en total, ocho días festivos, cuya liturgia, oficio y funciones no cambiaban en nada. Don Bosco sintió que la fiesta de San Mauricio y de los mártires de la Legión Tebea perdiese su importancia entre el pueblo, e hizo imprimir en la litografía Doyen una estampita del glorioso Santo, protector de muchas obras buenas en el Piamonte. El veintidós de septiembre, que era la conmemoración de su martirio, distribuyó muchos ejemplares ((**It4.638**)) de aquella estampa. Los santos de la legión de este mártir contaban algo en la custodia del Oratorio, según aseguraba don Bosco. También quiso manifestar de un modo especial su devoción a la bienaventurada Virgen Santísima. En consecuencia, enviaba a la Curia Arzobispal de Turín la siguiente súplica. Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Vicario General: El sacerdote Juan Bosco, en la iglesia de su propiedad, establecida en la aldea de Morialdo y perteneciente a la parroquia de Castelnuovo de Asti, suele celebrar desde hace tres años la fiesta del Santo Rosario, precedida de una novena. Se tenía además cada tarde una plática y se daba la bendición con el Santísimo Sacramento. La facultad de dar la bendición se extendía también a otras fiestas de la Santísima Virgen y de San José. Y todo a horas en que no estorbasen las funciones parroquiales, y con el pleno consentimiento del Párroco del lugar. El recurrente, deseando proporcionar los mismos beneficios a (**Es4.486**))
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