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distribuir justicia a los ciudadanos, no a
repartir limosnas, porque, no disponiendo de
bienes propios, sino de los bienes de los
ciudadanos, no pueden disponer de ellos si no es
por motivos de justicia. Esta consideración, que
no creo admita duda, me parece suficiente para
demostrar que no es obligación de un Gobierno
concurrir con sus fondos a mantener las obras de
beneficencia, por muy recomendables que sean, por
sentimientos de humanidad y religión.
Sclopis.- El Gobierrno ante todo debe ser
justo; sí, pero también debe ser próvido; el
Gobierno no debe tomar a su cargo establecimientos
de caridad legal, pero debe proporcionar subsidios
en ocasiones extraordinarias. En este punto, lo
absoluto no es el mejor medio a emplear. El
exclusivismo, máxime en las actuales
circunstancias, podría inducir a tener que
desistir del bien a muchas instituciones que se
nos encomiendan, no sólo por la voz de la caridad,
sino también por la de la prevención política.
Sauli.- Añadiré que estas instituciones no son
de simples limosnas, sino instituciones de
educación moral y religiosa, a las que creo debe
atender el Gobierno.
Pallavicini-Mossi.- Me permito recordar al
Senado, que, no ha mucho tiempo, él pensó
conveniente dar una educación forzosa a los
muchachos vagabundos de la calle; pensamiento que
manifestó con el voto dado a tal efecto para un
proyecto de ley presentado por el Ministro a la
Cámara. Ahora bien, >>qué se propone la petición
presentada? Se propone dar educación semejante en
todo a la indicada. Por consiguiente, si el
Gobierno estaba dispuesto a sostener ((**It4.50**)) esta
educación, puede muy bien también ahora ayudar a
los gastos necesarios, sin entrar en la teoría de
la caridad legal.
Sclopis.- El Gobierno lo ha hecho con ocasión
de los calefactores, y ha sido recompensado con el
agradecimiento de todos los ciudadanos.
Presidente.- Se han hecho dos propuestas. Una
la de la Comisión, que recomienda la petición de
un subsidio al Gobierno; otra, la del caballero
Senador Giulio, que opina que el Senado pase a la
orden del día. Yo pongo a votación la orden del
día, que debe tener precedencia.
Puesta a votación la orden del día no es
aprobada.
Presidente.- Pongo a votación las conclusiones
de la Comisión.
Estas fueron aprobadas; y, por tanto, la
petición de don Bosco fue mandada por el Senado al
Ministro del Interior, para que se le
proporcionara ayuda para el sostenimiento de su
Institución.
Esta deliberación de la Alta Cámara tuvo una
gran importancia; (**Es4.48**))
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