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((**Es4.48**) distribuir justicia a los ciudadanos, no a repartir limosnas, porque, no disponiendo de bienes propios, sino de los bienes de los ciudadanos, no pueden disponer de ellos si no es por motivos de justicia. Esta consideración, que no creo admita duda, me parece suficiente para demostrar que no es obligación de un Gobierno concurrir con sus fondos a mantener las obras de beneficencia, por muy recomendables que sean, por sentimientos de humanidad y religión. Sclopis.- El Gobierrno ante todo debe ser justo; sí, pero también debe ser próvido; el Gobierno no debe tomar a su cargo establecimientos de caridad legal, pero debe proporcionar subsidios en ocasiones extraordinarias. En este punto, lo absoluto no es el mejor medio a emplear. El exclusivismo, máxime en las actuales circunstancias, podría inducir a tener que desistir del bien a muchas instituciones que se nos encomiendan, no sólo por la voz de la caridad, sino también por la de la prevención política. Sauli.- Añadiré que estas instituciones no son de simples limosnas, sino instituciones de educación moral y religiosa, a las que creo debe atender el Gobierno. Pallavicini-Mossi.- Me permito recordar al Senado, que, no ha mucho tiempo, él pensó conveniente dar una educación forzosa a los muchachos vagabundos de la calle; pensamiento que manifestó con el voto dado a tal efecto para un proyecto de ley presentado por el Ministro a la Cámara. Ahora bien, >>qué se propone la petición presentada? Se propone dar educación semejante en todo a la indicada. Por consiguiente, si el Gobierno estaba dispuesto a sostener ((**It4.50**)) esta educación, puede muy bien también ahora ayudar a los gastos necesarios, sin entrar en la teoría de la caridad legal. Sclopis.- El Gobierno lo ha hecho con ocasión de los calefactores, y ha sido recompensado con el agradecimiento de todos los ciudadanos. Presidente.- Se han hecho dos propuestas. Una la de la Comisión, que recomienda la petición de un subsidio al Gobierno; otra, la del caballero Senador Giulio, que opina que el Senado pase a la orden del día. Yo pongo a votación la orden del día, que debe tener precedencia. Puesta a votación la orden del día no es aprobada. Presidente.- Pongo a votación las conclusiones de la Comisión. Estas fueron aprobadas; y, por tanto, la petición de don Bosco fue mandada por el Senado al Ministro del Interior, para que se le proporcionara ayuda para el sostenimiento de su Institución. Esta deliberación de la Alta Cámara tuvo una gran importancia; (**Es4.48**))
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