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a confesar su propia ignorancia, tomó con mucha
gravedad el libro y se puso a hojearlo de arriúa a
abajo, simulando que buscaba el pasaje en
cuestión. íPero qué! Fue el caso que tomó el libro
al revés. Don Bosco, que se había dado cuenta de
ello, le dejó hojearlo durante un buen rato, y
después, acercándosele, le dijo:
-Perdone, amigo, no encuentra la cita porque
tiene el libro del revés: vuélvalo así.
Y se lo puso en la mano al derecho. Es más
fácil imaginarlo que decir cómo quedó el tal.
Pusiéronse sus carrillos más rojos que un cangrejo
cocido, arrojó el libro sobre la mesa y se acabó
la discusión.
También fue a visitarle Amadeo Bert, para ver
si lograba que dejara de una vez de publicar
aquellas lecturas, que tanto hacían rabiar a los
protestantes, pero no lo logró.
Con éstas y otras pruebas semejantes se dieron
cuenta los protestantes de que en vano acariciaban
la idea de hacerle desistir, por la persuasión, de
las publicaciones contra su secta. Resolvieron,
pues, recurrir a otro medio, que creían ((**It4.626**)) más
eficaz; acudieron al soborno y a las amenazas.
Erase un domingo del mes de agosto de 1853. A
eso de las once de la mañana, se presentaron en el
Oratorio dos señores pidiendo hablar con don
Bosco. Aunque cansado, porque hacía poco había
terminado de decir misa y predicar, les hizo pasar
a su despacho, dispuesto a oírles. Barruntando
algo malo por la pinta de los dos desconocidos,
varios jóvenes internos, José Buzzetti entre
ellos, montaron guardia a la puerta de don Bosco.
Después de los primeros cumplidos, uno de los dos
señores, que seguramente era un pastor valdense,
empezó a hablar de esta manera:
Pastor. -Usted, señor teólogo, tiene el gran
don de hacerse entender y leer por el pueblo: por
eso hemos venido a rogarle que emplee tan precioso
talento en algo útil para la ciencia, las artes y
el comercio.
Don Bosco. -La verdad es, que de acuerdo con
mis débiles fuerzas, he hecho hasta ahora lo que
ustedes sugieren; he publicado un compendio de
Historia Sagrada, otro de Historia Eclesiástica,
un opúsculo sobre el sistema métrico decimal y
algunas obritas más que, dado el éxito que han
tenido, me hacen pensar que de algo sirvieron.
Ahora pienso y trabajo en las Lecturas Católicas,
a las que quiero dedicarme con toda el alma, pues
las creo muy interesantes para la juventud y para
el pueblo.
Pastor. -Mejor sería que se dedicase a componer
algún libro para las escuelas, como por ejemplo,
una obra de historia antigua,
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