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de ningún modo que don Bosco hubiese recibido
noticias de Turín, sobre lo sucedido, cuando llegó
el aviso.
Al volver a la ciudad, hizo distribuir, para el
mes de agosto a los suscriptores de las Lecturas
Católicas su nuevo opúsculo titulado:
Sucesos contemporaneos expuestos en forma de
dialogo. Empezaba así:
<>.
((**It4.622**)) Los
diálogos eran siete: un ministro protestante que
seduce con dinero a un infeliz para abandonar a la
Iglesia Católica; un apóstata que cuenta a un
hombre amigo las causas de su perversión; un
arrepentido que narra los motivos de su vuelta al
catolicismo, gracias a la lectura de los Avisos a
los católicos y por las razones oídas a un buen
sacerdote sobre el dogma del sacramento de la
penitencia; un enfermo grave que, después de haber
pedido en vano los socorros religiosos para bien
morir a su pastor, manda llamar a un sacerdote, su
antiguo confesor; un moribundo que, agitado por
los remordimientos, suplica al pastor protestante
le autorice la asistencia de un sacerdote
católico, y, bárbaramente abandonado, muere sin
sacramentos; por fin, los lamentos de una madre a
un sacerdote, por el cambio de conducta de un hijo
suyo que antes era un excelente cristiano;
encuentro del hijo antes nombrado, engañado por la
lectura de libros malos y adscrito a una sociedad
impía de obreros, con el sacerdote que había sido
su amigo íntimo desde la infancia, y su conmovedor
arrepentimiento.
Terminada la expedición de esta obra, y una vez
entregada en la imprenta la del mes siguiente,
escribía así a su profesor el teólogo Appendino,
que estaba en Villastellone:
>>Dirección central de las Lecturas Católicas
Muy apreciado Señor Teólogo:
Estamos pendientes de V. S. apreciadísima.
Mañana, en el vapor
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