((**Es4.47**)
mi respetable colega, el senador Giulio, afectan
ciertamente a una de las más grandes cuestiones
que hoy se ventilan en la Sociedad Europea. No es
éste el lugar ni el momento para discutirla: pero,
tal vez sería, no diré yo prejuzgar la cuestión,
pero sí desanimar a aquellas Instituciones que
(procedentes de la beneficencia privada) tratan de
llenar un inmenso vacío que existe en nuestra
sociedad actual, si el Gobierno no le proporciona
alguna ayuda.
Y me parece que no conviene ver resuelta la
cuestión de la caridad legal, cuando se pide un
socorro, una ayuda en parte solamente subsidiaria.
Cuando en otros países se trató la gran cuestión
de la beneficencia pública, creo que los que con
toda razón querían excluir los principios
absolutos, reconocieron, no obstante, que donde
hay imposibilidad de ((**It4.48**))
socorrerlas por parte de las personas privadas, el
Gobierno, sin comprometerse con instituciones
propias, puede al menos llenar temporalmente algún
vacío: puede y debe hacerlo.
Por mi parte veo una necesidad urgente,
apremiante, de proveer a esta clase de muchachos,
que al salir de las escuelas elementales, de las
que tenemos aquí presente al benemérito promotor,
se encuentran después casi abandonados en el
momento en que se despiertan las pasiones y hierve
la sangre. Creo importa que el Gobierno
subvencione las obras más urgentes de beneficencia
sin comprometerse, sin embargo, de modo permanente
con estas instituciones.
Por tanto, en este caso invitaría al Gobierno a
hacer esto y proveer de modo que haya un medio
para suplir estas gravísimas exigencias. Y así,
declarando que la Comisión (la cual creo sea de mi
parecer) no ha pensado entrar en una discusión de
caridad legal, sino solamente pedir un subsidio,
que el Gobierno proporcione como a tantos otros
establecimientos de beneficencia pública,
insistiré en la propuesta de enviar la petición al
Ministro del Interior.
Y lo digo profundamente convencido,
precisamente porque, (como ya tuve el honor de
expresarme en esta Asamblea en otra circunstancia)
debiendo el Consejo Municipal examinar la
condición de los obreros, ha debido observar que
falta mucha atención en este punto, y se puede,
sin exponer al Gobierno a tomar una determinación
absoluta, ayudar a mantener vivas estas
fundaciones, las cuales podrán quizá en adelante
resultar más duraderas con otros medios. El
Gobierno debe hacerlo; es un gran remedio para el
mal presente, una gran anticipación de un bien
futuro.
((**It4.49**)) Giulio.-
Sólo dos palabras para responder primero a las
observaciones del Senador Sclopis. Los Gobiernos
están obligados a(**Es4.47**))
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