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CAPITULO LII
LOS HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS OBLIGADOS
AL SERVICIO MILITAR -EL MINISTRO CIBRARIO;
CATECISMO E HISTORIA SAGRADA EN LAS ESCUELAS
ELEMENTALES -CIERRE DE UNA TABERNA -EL ORATORIO
DUEÑO DEL CAMPO ENEMIGO
SI las hermosas fiestas del Oratorio de don Bosco
atraían millares de muchachos a la instrucción
religiosa, había un número de hijos del pueblo
todavía mayor que aprendía a vivir, según las
leyes de Dios y de la Iglesia, con los Hermanos de
las Escuelas Cristianas. Mas he aquí que éstos
recibían del Gobierno una desagradable
comunicación.
El treinta de julio les informaba el Ministro
de la guerra, a través de una circular, que
quedaban revocadas las concesiones hechas por
Carlos Alberto en 1839 y 1842, librándoles de la
obligación del servicio militar. Quedaban por
tanto sujetos a la ley general. No se tuvo en
cuenta su infatigable trabajo, su celo, su
religiosidad, sus reconocidos merecimientos en
favor de la educación del pueblo infantil. Era un
golpe magistral contra las escuelas de los buenos
Hermanos. Poco a poco, iría perdiendo la juventud
turinesa muchos de sus catequistas.
Pero, casi como para reparar los graves daños
que habría causado la falta de tales maestros, el
ministro Cibrario publicaba el 21 de agosto de
1853 una Instrucción para la actuación de los
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programas de las escuelas elementales. Notamos
aquí lo que se refiere al Catecismo y a la
Historia Sagrada, mas no sin lamentar la exclusión
de la autoridad eclesiástica de toda intervención
en la enseñanza pública. Al mismo tiempo, ponemos
de relieve la gran importancia que todavía se
daba, en aquellos años, por un Ministro del Reino,
a la educación religiosa de los estudiantes.
Se leen los siguientes artículos para la
primera elemental:
(**Es4.463**))
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