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((**Es4.461**) página, primera columna de El Obrero, del día tres de julio, número cuarenta (que tiene aquí el empleado Germando) se atrevió a escribir un corresponsal de esa capital, como usted verá, que yo no pude predicar, y puesto que tuvo el cinismo de mentir tan descaradamente, citando su nombre, tan respetado en Turín y fuera de la ciudad y su Oratorio, etc., creo que es necesario que usted, ((**It4.601**)) de la manera más conveniente que crea oportuno, desenmascare y confunda al mentiroso corresponsal, y cuente lo que usted mismo y centenares de personas vieron y oyeron. El cielo sabe, si yo ambicionaba presidir y predicar; y usted también sabe, mi queridísimo don Juan, si, con la tos que me atormentaba y el calor que me oprimía, tenía yo ganas de improvisar ningún discurso. En cambio, es un hecho que rechacé muchas invitaciones que se me hicieron en otras iglesias, y que sólo por el afecto que a usted y a sus queridos artesanitos profeso, asistí a su fiesta, a la que fui invitado, y no un intruso en ella. En fin, como usted se me ofreció espontáneamente a escribir a El Obrero, si éste se atrevía a hablar de mí con ocasión de la fiesta del Oratorio de San Luis, y porque el mismo abogado Torelli y otros se lo pidieron, me parece que todo lleva a obligarle a rechazar las mentiras y calumnias de mis eternos enemigos (aunque sean pocos) contando solamente lo sucedido y citando hechos. Ruégole, sin embargo, no hable del almuerzo de la mañana, ni de la lotería de la tarde, para que no parezca que yo he pagado el favor de sus artesanitos; además, puede decir que al marcharme después de la fiesta (como es verdad) quise yo también dejar un recuerdo al Pío Instituto, donde, a pesar de haber llegado de incógnito e imprevistamente el domingo (veintiséis de junio ppdo.), fui recibido y saludado con vítores espontáneos, por lo que se puede decir que mientras El Obrero de Asti imprimía y publicaba un crucifigatur (crucifíquesele) contra mí, en Turín se entonaba el hosanna de los hijos espirituales de don Bosco. Yo, por mi parte, imponía el silencio y rogaba no gritasen más: íViva Monseñor! Me parece que usted, en nombre de todos sus artesanitos, puede protestar contra El Obrero, y el calumniador corresponsal de Turín, un tal profesor Gatti, según se asegura. Incítese a recusar su nombre y, mientras tanto, denúnciesele públicamente como difamador y mentiroso, etc. Bastaría, ((**It4.602**)) es cierto, la bendita carta que usted me escribió ayer, con fecha del seis de los corrientes y recibida por mí el día ocho, para tapar la boca de algunos; pero, ni puedo ni debo yo dejarla imprimir. Para impugnar, por otra parte, las indignas calumnias de El Obrero, que tantas falsedades (**Es4.461**))
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