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la dirección de las obras a realizarse, de acuerdo
con los planos aprobados por el Consejo Municipal,
y que quedase consiguientemente ajeno del todo a
la dirección de las obras quien no posee los
necesarios conocimientos de la construcción.
A pesar de la tal notificación, es del
conocimiento del abajo firmante que continúan las
obras de construcción, bajo la dirección del
maestro de obras Bocca, el cual, aunque notificado
ayer para cesar en el ((**It4.596**))
trabajo, fue sorprendido esta mañana realizándolo,
por lo que fue declarado por los guardias
municipales en contravención a lo dispuesto.
Así las cosas, importando a la seguridad
pública que se suspenda absolutamente toda obra,
invita el abajo firmante al reverendo sacerdote
don Bosco, a que pare inmediatamente toda
construcción, hasta tanto que, después de la
presentación del certificado que se le ha pedido,
no haya obtenido el permiso requerido por la
oficina de la Policía Municipal.
Al mismo tiempo, dado que la experiencia del
año pasado demostró que el actual responsable de
las obras no está en condiciones de poderlas
dirigir con la requerida atención, el abajo
firmante creería oportuno fuera sustituido por
otro más capaz y activo.
Desde el Palacio Municipal, a
21 de marzo de 1853
El Alcalde
JUAN NOTTA>>.
Don Bosco admitió las órdenes del Alcalde, pero
quiso interceder en favor del empresario. Este
ciertamente no había correspondido a la confianza
que en él se había puesto. Por su afán de
ganancia, y por las prestaciones que cierta
persona interesada exigía a los proveedores, la
construcción de la iglesia de San Francisco había
costado más de lo que valía. Pero don Bosco no
quiso rescindir el contrato hasta que no
estuvieran acabados todos los trabajos convenidos.
Huía de todo pleito y era extremadamente delicado
a la hora de juzgar al prójimo, aun con perjuicio
de sus propios intereses. Cuando ponía la
confianza en alguien, después de prudentes
informaciones, no creía tan fácilmente poder ser
traicionado o engañado. La caridad velaba su
perspicacia, pese a ser tan grande. Con mucha
facilidad ((**It4.597**))
aceptaba razones y excusas en las cosas
materiales, y dio prueba de ello en muchas
ocasiones. Sin embargo, por su parte no admitía el
despilfarro, ni de un céntimo, porque le parecía
que era una ofensa a la justicia. Pero tenía en su
favor una tesorera celestial
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