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carrera. Hoy día algunos de ellos son párrocos,
vicepárrocos o maestros de escuela. Otros son
notarios, abogados, médicos, boticarios o
procuradores. Los hay propietarios del campo,
dueños de tiendas, negociantes y comerciantes. Y
todos ellos deben su fortuna a don José Cafasso.
Pero, además de esto, recordaba a los muchachos
del Oratorio la obligación que también ellos
tenían de ser agradecidos a don José Cafasso y de
rezar por él. Nos escribía monseñor Cagliero:
<<-Recuerdo que don Bosco nos dijo muchas
veces: -Si yo me quedé en Turín, fue por obedecer
a don José Cafasso; gracias a su consejo y a su
dirección, empecé a reunir en los días festivos a
los galopines de ((**It4.592**)) la
calle para catequizarlos; gracias a su ayuda, fui
recogiendo en el Oratorio de San Francisco de
Sales a muchachos abandonados para preservarlos
del vicio y formarles en la virtud. íNo lo
olvidéis! El primer catequista de nuestro Oratorio
fue don José Cafasso y sigue siendo constantemente
su promotor y bienhechor. -Y nosotros amamos y
veneramos a nuestro querido padre; pero no amamos
menos ni veneramos menos al sacerdote José
Cafasso>>.
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