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Y le entregaba la cantidad pedida.
Experimentando la bondad de don José Cafasso,
tuvo don Bosco una prueba más de los dones
sobrenaturales con que Dios le había adornado.
Expúsole un día la apretada necesidad de socorro
en que se encontraba. Respondióle don Cafasso que
sentía mucho no poder darle nada; pero luego, tras
haber reflexionado un momento, le dijo:
-Vaya a la plaza de San Carlos, siga a uno que
le llamará por su nombre y encontrará lo que
desea.
Don Bosco obedeció, y, al llegar a la plaza de
San Carlos, he aquí que le detuvo un criado y le
dijo:
->>Es usted don Bosco?
Y, ante la respuesta afirmativa, añadió que su
señora deseaba hablarle. Acompañó don Bosco al
criado, entró en una casa palaciega, llegó hasta
la habitación de una rica matrona enferma, la
cual, después de pedirle informes sobre su
Oratorio, le entregó una fuerte suma de dinero.
Don Bosco mismo contó esto al clérigo Bellia,
y, seguro de que su santo maestro estaba iluminado
por el Señor cuando aconsejaba, muchas veces le
enviaba a sus jóvenes para que él decidiese.
El 1853 le presentó a los alumnos Juan Cagliero
y Angel Savio para que examinara su vocación.
<>.
Otro día envió a la Residencia Sacerdotal a
Massaia y Fusero. Por el camino discutieron sobre
una cuestión ((**It4.590**)), no
sabemos si escolar o religiosa. Pero, apenas
llegaron ante don José Cafasso, resultó que éste,
sin dejarles abrir la boca, díjoles:
-En cuanto a lo que discutíais durante el
camino, es así y asá, tú tenías razón y tú te
equivocas. Y en cuanto a la vocación, ateneos a lo
que os diga don Bosco.
Respuesta admirable y demostración con la que
hacía comprender, iluminado por lo Alto, que don
Bosco era un juez seguro en cuanto a la prudente
elección de estado.
De vuelta los muchachos en el Oratorio,
contaron a don Bosco el maravilloso suceso que, a
su vez, confirmaba la opinión de santidad en que
todos tenían a don José Cafasso. En efecto, don
Bosco, según
(**Es4.452**))
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