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((**Es4.451**) discípulo caminaban de acuerdo: tenían el mismo fin, la misma idea, el mismo pensamiento. <>. Y los dos tenían razón porque don José Cafasso hablaba de las cosas por sí mismas; don Bosco, en cambio, demostraba que, cuando no se puede hacer de otra manera, es ((**It4.588**)) mejor hacerlo como se puede, pero con recto fin, antes que abandonar una empresa. Pero el buen acuerdo entre los dos no se rompía por una insignificancia de apreciación; don José Cafasso defendía siempre a su discípulo, cuando alguno se permitía criticarlo. Hubo respetables y doctos eclesiásticos que le presentaron sus quejas, porque don Bosco no se doblegaba a los consejos que ellos le daban, cuando éstos no iban de acuerdo con sus planes y sus ideas. Respondióles don José Cafasso poniendo de relieve la vida sacerdotal de su penitente: <<-Pero, >>sabéis bien vosotros quién es don Bosco? Yo, cuanto más lo estudio menos lo entiendo. Le veo sencillo y extraordinario, humilde y grande, pobre y ocupado en planes grandiosos, aparentemente irrealizables, y aunque contrariado, diría incapaz, triunfa esplendorosamente en todas sus empresas. Don Bosco es para mí íun misterio! Estoy seguro de que trabaja para la mayor gloria de Dios, que sólo Dios le guía, que sólo Dios es la finalidad de todas sus obras>>. Don José Cafasso estaba persuadido de que el Señor conducía a don Bosco por caminos nuevos y extraordinarios, y por eso era dadivoso al socorrerlo. Rara vez salía don Bosco de su habitación con las manos vacías, como él mismo aseguró. Frecuentemente, teniendo que pagar a fin de mes una deuda de pan de doscientas o trescientas liras, y no teniendo dinero, don José Cafasso se lo entregaba. Prometíale don Bosco que ya estudiaría el modo y manera de pagar él, al mes siguiente; pero, hete aquí, que al poco tiempo le presentaba con gracia otra factura del panadero. Don José Cafasso, en broma, le decía: -Usted don Bosco, no es un caballero. Los caballeros mantienen la palabra dada; usted, en cambio, promete pagar todos los meses, pero, mientras tanto, quien paga siempre soy yo. Amigo mío, piense ((**It4.589**)) en ponerse a tono. (**Es4.451**))
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