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adaptadas a las clases populares más sencillas. Se
trata de una señora, que reúne en casa a algunos
vecinos de su pueblo a los que explica el Credo a
través de consideraciones morales. El autor
anónimo escribía así al cristiano lector: <>Hombres licenciosos, incapaces de soportar el
yugo de la verdad, guiados por bajos y viles
instintos, con sutiles y pérfidas cavilaciones, no
se avergüenzan de atacar y calumniar la Santa
Religión en la que, por una gracia especial de la
divina misericordia, nacieron y se educaron. Con
la excusa de iluminar y conducir al pueblo a una
sólida virtud, esparcen éstos, entre la clase más
sencilla de obreros, artesanos y campesinos, las
máximas de la más perversa y falsa doctrina; se
afanan por propagar, con escritos y grabados
inmorales, la incredulidad, insinuando el
indiferentismo, el peor de todos los males;
halagan las pasiones, y llevan a los incautos y
sencillos a la perversión de costumbres, la
seducción y corrupción de los corazones,
haciéndoles partícipes de los vicios que acechan y
arruinan sordamente a la humana sociedad...
>>Para ayudaros, oh cristianos lectores, en
medio del torbellino de tan grandes tormentas, en
medio del asalto de tantos enemigos, se os
presenta para vuestro entretenimiento: El Católico
instruido en su Religión, con los principios
fundamentales de nuestra santa Religión, a la cual
debéis permanecer inalterablemente unidos con la
fe; se os dan, en las presentes sencillas
conversaciones, saludables instrucciones, que os
pondrán en situación de actuar constantemente de
acuerdo con ella y de administrar la justicia de
vuestra creencia por vosotros mismos...>>.
Don Bosco combatía denodadamente la herejía,
pero ésta levantaba la cabeza con arrogancia. El
ocho de mayo por la noche, ((**It4.579**)) fiesta
del Estatuto, apareció iluminado con gran lujo y
ostentación el nuevo templo de los valdenses, y
los estudiantes, en grupos, guiados por sus
profesores, acompañados por muchas sociedades
obreras, instruidos según los principios de
libertad de la Gaceta del Pueblo, después de una
ruidosa ovación ante el monumento a Siccardi 1,
con ultraje del Clero, llegaron al templo
valdense, respondiendo con vítores
1 Siccardi, es el ministro que promovió la ley
que suprimió el fuero eclesiástico. Tiene un
monolito dedicado, de unos diez metros de altura,
en la plaza Savoia de Turín. (N. del T.).
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