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y los castigos, acostumbrándose desde pequeños a
extraer de los bolsillos, con astucia finísima,
ora un pañuelo, ora una tabaquera, ora un reloj,
presagio funesto de mayores delitos. Para remediar
tan lamentable desorden desearía el benemérito
profesor que esos golfillos fueran apartados de su
vida ociosa e internados en un centro, donde
aprendieran, juntamente con los principios
religiosos, un oficio provechoso, que les valga
después como medio suficiente para un honesto
recurso: a tal objeto propone el Instituto
Agrario-Forestal de la Generala, restaurado
últimamente según los modernos principios de la
reforma penitenciaria, y dotado de los medios a
propósito para proporcionar una educación moral,
elemental y profesional. Corrobora su propuesta
con el ejemplo de lo que ya se hace en Lausana, en
Bélgica y en Francia, y suplica una ley que provea
al efecto. Nuestra Comisión no puede dejar de
aplaudir vivamente las intenciones benéficas y
filantrópicas del celoso profesor y, convencida
como está (y cree fundadamente que de esta
convicción participe con él todo el Senado) de que
es una medida utilísima, que no debe dilatarse por
más tiempo, la de proveer eficazmente a tamaño
desorden, y llenar las casas de instrucción de
muchachos, para que así queden vacías de adultos
las cárceles y galeras, os propone vivamente
presentar ((**It4.44**)) esta
petición al Ministro del Interior, para que, sin
vacilaciones y eficazmente, provea a quitar la
causa de tanta depravación, siempre presente a los
ojos de los
golfillos.
Senador Giulio.- Pido la palabra.
Presidente.- Tiene la palabra el senador
Giulio.
Giulio.- Ciertamente, cada uno de nosotros
participa de los sentimientos de humanidad
manifestados por el peticionario, y que aplaude la
Comisión, cuya relación acabamos de oír;
ciertamente todos expresamos el mismo deseo de que
se ponga remedio eficaz a los males, que el
peticionario y la Comisión lamentan con razón.
Pero, cabe dudar, es más, es cosa cierta, que los
medios propuestos por el peticionario, y que el
Senado en cierto modo aprobaría remitiendo la
petición al Ministro, lejos de extirpar el mal que
se lamenta, lo agravaría y lo aumentaría con males
mayores.
Antes de formular la presentación propuesta, el
Senado en su prudencia considerará ciertamente si
es posible que el Gobierno se encargue
directamente de la educación de todos estos
muchachos; si es deseable que lo haga cuando
pueda, y, si el estímulo que con esto se daría a
la negligencia de los padres, no sería mucho peor
que lo que se quiere evitar.
Yo no extenderé más estas observaciones, que
ciertamente bastarán (**Es4.44**))
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