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((**Es4.424**) <<1. Procure el educador hacerse amar de los alumnos, si quiere hacerse temer. Así, el no darles un muestra de benevolencia es castigo que emula, anima y jamás deprime. >>2. Para los niños es castigo lo que se hace pasar por tal. Se ha observado que una mirada no cariñosa, en algunos produce mayor efecto que un bofetón. La alabanza, cuando se obra bien, y la reprensión, en los descuidos, constituyen, ya de por sí, un gran premio o castigo. >>3. Exceptuados rarísimos casos, no se corrija ni se castigue jamás en público, sino en privado, lejos de sus compañeros y usando la mayor prudencia y la mayor paciencia para hacer comprender, valiéndose de la razón y de la religión, la falta al culpable. >>4. El insultar, el pegar, de cualquier modo que sea, poner de rodillas en posición dolorosa, tirar de las orejas y otros castigos semejantes se deben absolutamente evitar, porque están prohibidos por las leyes civiles, y rebajan al educador. >>5. Dé a conocer bien el director las reglas y los premios y castigos establecidos por las normas disciplinarias, a fin de que el alumno no pueda disculparse diciendo: ``No sabía que estuviera esto mandado o prohibido''. >>6. Antes de imponer cualquier castigo obsérvese el grado de culpabilidad del alumno, y cuando baste una amonestación no se emplee la reprensión, y, cuando ésta sea suficiente, no se siga más adelante. >>7. No se castigue nunca, ni de palabra ni de obra, cuando el ánimo está todavía irritado, ni por fallos de simple inadvertencia; ni demasiado a menudo>>. Hasta aquí don Bosco. ((**It4.553**)) El sistema descrito, por él empleado y recomendado desde los principios del Oratorio y del internado, es el mismo que se estudia y se aplica todavía hoy, en todas las casas salesianas; saben muy bien los superiores que éstas florecen y dan buenos frutos, tanto mayores cuanto mejor conocido y más exactamente cumplido sea dicho sistema. Los principios de este sistema educativo prestaban tema a don Bosco para las conferencias que daba a sus ayudantes. Recordaba a menudo las palabras de San Francisco de Sales: <>. Sufría cuando alguien actuaba severamente con los muchachos y con los empleados, pues quería que todos fueran conquistados por la caridad. (**Es4.424**))
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