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reunirse, y estar con ellos hasta que vayan otros
a sustituirlos en la asistencia; no los dejen
nunca desocupados, ni siquiera en tiempo de
recreo.
>>3. Debe darse a los alumnos amplia libertad
de saltar, correr y gritar a su gusto. La
gimnasia, la música, la declamación, el teatro,
los paseos, son medios eficacísimos para conseguir
la disciplina y favorecer la moralidad y la salud.
Procúrese únicamente que la materia de los
entretenimientos, las personas que intervienen y
las conversaciones que sostengan, no sean
vituperables. Haced lo que queráis, decía el gran
amigo de la juventud San Felipe Neri; a mí me
basta que no cometáis pecados.
>>4. La confesión y comunión frecuentes son las
columnas que deben sostener el edificio educativo
del cual se quieren tener alejados la amenaza y el
palo. No se ha de obligar jamás a los alumnos a
frecuentar los santos sacramentos; pero sí se les
debe animar y darles comodidad para aprovecharse
de ellos. Con ocasión de los ejercicios
espirituales, triduos, novenas, pláticas y
catequesis, póngase de manifiesto la belleza,
sublimidad y santidad de una religión que ofrece
medios tan fáciles, como son los santos
sacramentos, y a la vez tan útiles para la
sociedad civil, para la tranquilidad del corazón y
para la salvación de las almas. Así quedarán los
niños espontáneamente prendados de estas prácticas
de piedad y las frecuentarán de buena gana y con
placer y fruto.
>>5. Debe vigilarse, con el mayor cuidado, que
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entren en una casa de educación compañeros, libros
o personas que tengan malas palabras. Un buen
portero es un tesoro para una casa de educación.
>>6. Terminadas las oraciones de la noche, el
director, o quien haga sus veces, diga algunas
palabras afectuosas en público a los alumnos,
antes de que vayan a dormir, para avisarles o
aconsejarles sobre lo que han de hacer o evitar.
Sáquense avisos o consejos de lo ocurrido durante
el día, dentro o fuera del colegio; y no dure la
platiquita más de cinco minutos. En ella está la
clave de la moralidad y de la buena marcha y éxito
de la educación.
>>7. Téngase como pestilencial la opinión de
retardar la primera comunión hasta una edad harto
crecida, cuando por lo general, el demonio se ha
posesionado del corazón del jovencito con
incalculable daño de su inocencia. Según la
disciplina de la Iglesia primitiva, debían darse a
los niños las hostias consagradas que sobraban de
la comunión de los adultos. Esto nos hace conocer
lo mucho que desea la Iglesia sean admitidos
pronto los niños a la santa comunión. Cuando
(**Es4.422**))
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