((**Es4.420**)
transgresores, y aplicarles, cuando sea necesario,
el correspondiente castigo. Basándose en este
sistema, la palabra y la mirada del superior deben
ser en todo momento, más que severas,
amenazadoras. El mismo superior debe evitar toda
familiaridad con los subordinados.
>>El director, para aumentar su autoridad, debe
dejarse ver raras veces de los que de él dependen,
y, por lo general, sólo cuando se trate de imponer
castigos o de amenazar.
>>Este sistema es fácil, poco trabajoso y sirve
principalmente para el ejército y, en general,
para los adultos juiciosos, en condición de saber
y recordar las leyes y prescripciones.
((**It4.547**))
>>Diverso, y casi diré opuesto, es el sistema
preventivo.
Consiste en dar a conocer las prescripciones y
reglamentos de un Instituto y vigilar después de
manera que los alumnos tengan siempre sobre sí el
ojo vigilante del director o de los asistentes,
los cuales, como padres amorosos, hablen, sirvan
de guía en toda circunstancia, den consejos y
corrijan con amabilidad; que es como decir:
consiste en poner a los niños en la imposibilidad
de faltar.
>>Este sistema descansa por entero en la razón,
en la religión y en el amor; excluye, por
consiguiente, todo castigo violento y procura
alejar aún los suaves.
>>El sistema preventivo parece preferible por
las razones siguientes:
>>1. El alumno, avisado según este sistema, no
queda avergonzado por las faltas cometidas, como
acaece cuando se las refieren al Superior. No se
enfada por la corrección que le hacen ni por el
castigo con que le amenazan, o que tal vez le
imponen, porque éste va acompañado siempre de un
aviso amistoso y preventivo, que lo hace
razonable, y termina, ordinariamente, por ganarle
de tal manera el corazón, que él mismo comprende
la necesidad del castigo y casi lo desea.
>>2. La razón más fundamental es la ligereza
infantil, por la cual fácilmente se olvidan los
niños de las reglas disciplinarias y de los
castigos con que van sancionadas. A esta ligereza
se debe sea, a menudo, culpable el jovencito de
una falta y merecedor de un castigo, al que no
había nunca prestado atención y del que no se
acordaba en el momento de cometer la falta; y
ciertamente no la habría cometido, si una voz
amiga se lo hubiese advertido.
>>3. El sistema represivo puede impedir un
desorden, mas con dificultad hacer mejores a los
que delinquen. Se ha observado que los alumnos no
se olvidan de los castigos que se les han dado y
que, por lo general, conservan rencor, acompañado
del deseo de sacudir el
(**Es4.420**))
<Anterior: 4. 419><Siguiente: 4. 421>