Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es4.397**) El hundimiento de la casa ocasionó otras desgracias a más de los daños materiales. Debido a lo avanzado de la estación, no se podían acabar y ni siquiera continuar los trabajos. Apenas si se podía cubrir y reparar el brazo de levante, todavía no acabado, y que permanecía en pie. Por tanto, >>cómo arreglárselas con la estrechez de locales? El amor hace milagros y tal era el de don Bosco. Se aseguraron las paredes de la antigua capilla y se convirtió en dormitorio; las escuelas diurnas y nocturnas se trasladaron, con las debidas cautelas y piadosos cuidados, a la iglesia nueva, la cual, sin embargo, se empleaba para el culto divino y las prácticas religiosas en los días festivos, y durante la semana se convertía en escuelas. Se puso una clase en el coro, otra en el presbiterio; una tercera y una cuarta, en las capillas de los altares laterales; y otras, en la nave de la iglesia. Resultaba un conjunto enredado y desordenado, pero de apariencias tan románticas y singulares, que todos los muchachos acudían allí con ((**It4.518**)) verdadero entusiasmo. El ambiente no era muy propicio, ciertamente. Pero don Bosco tuvo siempre como norma: vivir contento frente a toda contrariedad, y saber encontrar en ellas la parte cómica; al prescribir alguna variación en el orden de la casa quería se hiciese con cierto aire de alegría, como prueba de la gran utilidad que nacería de aquella disposición. Con este sistema todos los jóvenes acogían siempre de buena gana cualquier cambio, por extraño e incómodo que resultase. Ellos mismos, sin darse cuenta, seguían su ejemplo y se sentían inclinados habitualmente a buscar motivos de broma en las propias adversidades. Así, después de pasado el miedo y la pena de aquel desastre, Carlos Tomatis, que era de ingenio fácil y alegre, compuso una poesía en piamontés, que se recitó muchas veces en el teatro y que hacía reír a mandíbula batiente. Los célebres versos aparecieron impresos en el Boletín Salesiano. Los traemos aquí, traducidos por nuestro hermano el doctor don Juan Bautista Francesia, para que puedan ser entendidos por quienes desconocen el dialecto piamontés. Estaba yo soñando: parecía Que humeaba un caldero en la cocina Con la rica polenta, que me hacía Estallar de placer y de alegría: Cuando mamá gritó con triste voz: íQue la casa se cae, esto es atroz! Me despierto asustado y aturdido Al tronar de un estruendo pavoroso; (**Es4.397**))
<Anterior: 4. 396><Siguiente: 4. 398>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com