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CAPITULO XLIV
CONTINUA LA CONSTRUCCION DEL INTERNADO -INGENIOSOS
Y SALUDABLES AVISOS DE DON BOSCO A LOS ALBAÑILES
-EL CANONIGO GASTALDI Y SU INTERES POR EL ORATORIO
-LA CASA NUEVA SE ARRUINA -VISIBLE PROTECCION DEL
CIELO -TRANQUILIDAD Y RESIGNACION DE DON BOSCO
-ESCUELAS IMPROVISADAS -POESIA
LOS trabajos de albañilería iban muy de prisa y
don Bosco se preocupaba de la reforma moral de los
albañiles. Hacía varios meses que, después de
comer, estaba en medio de los muchachos y les
contaba parábolas, cuentos y anécdotas para que
estuvieran alegres. Los albañiles y sus peones se
juntaban con los alumnos; y mientras duraba el
tiempo de su descanso, le escuchaban y reían
satisfechos con sus gracias. Pero don Bosco, de
cuando en cuando, casi sin que pareciese que se
fijaba en los obreros, en medio de las bromas
dirigidas a los muchachos y con recomendaciones
más o menos explícitas, señalaba con poquísimas
palabras, la hermosura y los premios de la virtud,
la fealdad y el castigo del pecado, la
satisfacción de una buena confesión, el
pensamiento de la eternidad, el peligro de una
llamada imprevista al tribunal de Dios. Todo esto
producía un gran efecto y la mayor parte de los
albañiles fueron a confesarse. Pero alguno de
ellos demostraba claramente, por la expresión de
su rostro, que no le gustaba el recuerdo de
ciertas verdades, y un día en que don Bosco había
comenzado sus narraciones, ((**It4.505**)) uno de
ellos le interrumpió, diciendo fríamente:
->>Usted cree que yo no me doy cuenta de adónde
van a parar sus discursos? A mí no me pesca,
>>sabe usted?
El clérigo Buzzetti, allí presente, tuvo
lástima del infeliz. Don Bosco no respondió.
Estaba para acabarse el mes de octubre cuando
el canónigo Lorenzo Gastaldi llegó de Stresa, para
hacer una visita cariñosísima a don Bosco: se
entretuvo con él hablando por lo largo del
porvenir del Oratorio, que tanto apreciaba. Por
eso, ya de vuelta al noviciado de los Rosminianos,
como le hubiera quedado algún temor sobre la
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