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((**Es4.384**) a la juventud. Se terminaba el mes de octubre y era forzoso elegir otro colegio para su hijo. Así que, dejando de lado toda reprensión, le hizo unos regalos de su gusto, se fue con él a una hermosa ((**It4.500**)) excursión y, al volver a casa, tomóle aparte y empezó a recordarle los últimos instantes de su santa madre. El jovencito rompió a llorar ante aquellos recuerdos y, entonces, el padre le manifestó cómo su madre había siempre deseado que fuera el Oratorio de San Francisco de Sales el centro de su instrucción y educación. Le preguntaba en consecuencia, si le gustaría entrar allí aquel año. El hijo, sin dudarlo un momento, le respondió: -Estoy en sus manos. Todo lo que haga para dar gusto a mi madre, me gusta también a mí; estoy dispuesto a cualquier sacrificio para seguirlo. No creía el padre que hubiera podido obtener tan deprisa aquel cambio del hijo y lo reconoció como una bendición del cielo. Para que con la tardanza no nacieran dificultades, quiso llevarlo al día siguiente al Oratorio de Valdocco para tratar de su admisión. Don Bosco se extrañó un tanto al encontrarse con aquel muchacho, que se llamaba Juan. Llevaba un traje nuevo y elegante, un sombrerito calabrés, un bastoncito en la mano y una cadenita brillante en el pecho; los cabellos, elegantemente peinados con la raya en medio, eran indicio del espíritu de vanidad que reinaba en el corazón de aquel muchacho. El padre aceptó fácilmente las condiciones de entrada; después, añadiendo que tenía algo urgente que hacer, dejó a su hijo hablando con don Bosco. Este, a la vista de un muchacho tan peripuesto, no creyó oportuno hablarle de religión; hablóle de paseos, de carreras, de gimnasia, de esgrima, de canto, de música. Cosas que hacían bullir la sangre por las venas del vanidoso muchacho, al oír hablar de ellas. Volvió el padre y, apenas pudo conversar libremente con Juan le preguntó: ->>Qué te parece: te gusta este lugar? >>Qué me dices del Director? ((**It4.501**)) -El lugar me agrada, el Director es de mi temple; pero hay algo que no me gusta. ->>Y qué es ese algo? Dímelo, estamos todavía a tiempo para hacer de otro modo. -Todo lo suyo me gusta, pero es un sacerdote, y esto hace que le mire con aversion. -No hay que fijarse en su condición sacerdotal: fíjate más en las dotes y virtudes que posee. -Pero quedarme con un sacerdote quiere decir rezar, confesar, (**Es4.384**))
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