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El pobre joven, abstraído por sus planes, no
hizo caso de estas palabras, partió para el
noviciado, hizo su profesión religiosa y
perseveró. Pero enloqueció, fue encerrado en un
manicomio y se convirtió en un ser casi inútil
para su congregación; tanto que, después de muchos
cuidados, apenas si podía dar catecismo a los
niños. Así lo atestigua don Pablo Albera, el cual
le encontró en Nizza Marittima, en San Pons,
después de la muerte de don Bosco.
Así se habían cumplido las predicciones de don
Bosco.
Del cuarto clérigo daremos más detalles para
que se comprendan las frecuentes contrariedades
que más de un muchacho, deseoso de consagrarse a
la Obra de don Bosco, encontró. El cura párroco
del Barrio, don Agustín Gattino, exigía que los
clérigos del Oratorio fueran, cada vez en mayor
número y siempre que él lo quería, a ayudar en la
parroquia: acudió a la Curia y presentó sus
quejas. El canónigo Vogliotti le respondió:
-Comprenda usted que don Bosco se ha formado él
mismo esos clérigos, y es lógico que se sirva de
ellos para atender a la nidada de muchachos que
tiene allá abajo en Valdocco. Si usted quiere
clérigos a sus órdenes, hágaselos y los tendrá.
El Cura no supo qué responder. Investigó las
condiciones sociales y económicas de los clérigos
del Oratorio y llegó a saber que el clérigo G...
pertenecía a una familia desahogada, que era hijo
de un maestro de obras y, por consiguiente, no
necesitaba de la caridad de nadie: de donde
concluyó ((**It4.495**)) que don
Bosco no se había hecho aquel clérigo. El
razonamiento no era justo, ya que si G... había
estudiado el latín, era porque don Bosco se lo
había enseñado; si había vestido la sotana, era
porque don Bosco había alcanzado el permiso del
Arzobispo. Además, el jovencito estaba totalmente
por don Bosco, que le trataba con singular
confianza y le había puesto a estudiar filosofía.
Pasaba la jornada entera en el Oratorio e iba a
dormir a su casa, próxima al Refugio. Su padre
estaba dispuesto a pagarle una pensión.
El clérigo vivía feliz. Mas hubo quien, tomando
aparte a su padre, intentó persuadirle de que
sacara a su hijo del Oratorio, porque, le decía,
no podía albergar esperanza alguna estando con don
Bosco, de que pudiera llegar a ser sacerdote,
párroco, canónigo; y afirmaba que el joven no
tenía más camino para ello que hacer sus estudios
como alumno de un seminario.
El maestro de obras era un hombre leal y amigo
de don Bosco, al cual se complacía en llamarle con
el nombre de padre. Había realizado los primeros
trabajos del Oratorio y se había asociado con el
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