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((**Es4.380**) El pobre joven, abstraído por sus planes, no hizo caso de estas palabras, partió para el noviciado, hizo su profesión religiosa y perseveró. Pero enloqueció, fue encerrado en un manicomio y se convirtió en un ser casi inútil para su congregación; tanto que, después de muchos cuidados, apenas si podía dar catecismo a los niños. Así lo atestigua don Pablo Albera, el cual le encontró en Nizza Marittima, en San Pons, después de la muerte de don Bosco. Así se habían cumplido las predicciones de don Bosco. Del cuarto clérigo daremos más detalles para que se comprendan las frecuentes contrariedades que más de un muchacho, deseoso de consagrarse a la Obra de don Bosco, encontró. El cura párroco del Barrio, don Agustín Gattino, exigía que los clérigos del Oratorio fueran, cada vez en mayor número y siempre que él lo quería, a ayudar en la parroquia: acudió a la Curia y presentó sus quejas. El canónigo Vogliotti le respondió: -Comprenda usted que don Bosco se ha formado él mismo esos clérigos, y es lógico que se sirva de ellos para atender a la nidada de muchachos que tiene allá abajo en Valdocco. Si usted quiere clérigos a sus órdenes, hágaselos y los tendrá. El Cura no supo qué responder. Investigó las condiciones sociales y económicas de los clérigos del Oratorio y llegó a saber que el clérigo G... pertenecía a una familia desahogada, que era hijo de un maestro de obras y, por consiguiente, no necesitaba de la caridad de nadie: de donde concluyó ((**It4.495**)) que don Bosco no se había hecho aquel clérigo. El razonamiento no era justo, ya que si G... había estudiado el latín, era porque don Bosco se lo había enseñado; si había vestido la sotana, era porque don Bosco había alcanzado el permiso del Arzobispo. Además, el jovencito estaba totalmente por don Bosco, que le trataba con singular confianza y le había puesto a estudiar filosofía. Pasaba la jornada entera en el Oratorio e iba a dormir a su casa, próxima al Refugio. Su padre estaba dispuesto a pagarle una pensión. El clérigo vivía feliz. Mas hubo quien, tomando aparte a su padre, intentó persuadirle de que sacara a su hijo del Oratorio, porque, le decía, no podía albergar esperanza alguna estando con don Bosco, de que pudiera llegar a ser sacerdote, párroco, canónigo; y afirmaba que el joven no tenía más camino para ello que hacer sus estudios como alumno de un seminario. El maestro de obras era un hombre leal y amigo de don Bosco, al cual se complacía en llamarle con el nombre de padre. Había realizado los primeros trabajos del Oratorio y se había asociado con el (**Es4.380**))
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