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->>Te acuerdas de cuando, siendo todavía
seminarista me dijiste.
tendré clérigos, sacerdotes, muchachos
estudiantes, artesanos, banda de música y una
hermosa iglesia, y que yo te decía que estabas
loco? íAhora se ve bien claro que sabías lo que
decías!
Y fijó un día para comer en Castelnuovo con
todos los muchachos de I Becchi. Juan Cagliero
hizo los honores de la casa. Nos escribía el
notario Juan Germano en 1887:
<>.
((**It4.488**)) Tras el
hermoso día, pasado en compañía del teólogo
Cinzano, don Bosco se dispuso a acompañar al
Oratorio a los muchachos, con los dos nuevos
clérigos, cuya gran ayuda esperaba.
En efecto, Rúa se entregó totalmente a la
misión que el Señor había destinado a don Bosco, y
su nombre será siempre el de una alma adornada de
toda suerte de virtudes, sencillo, pero de gran
inteligencia, infatigable, capaz de aprender todas
las ciencias en las que deberá entender. Se
cumplían los sueños. Don Bosco pudo decir
finalmente: este clérigo es mío. Muchas veces hizo
de él este espléndido elogio: <>.
También José Rocchietti era un joven de gran
inteligencia y honestas costumbres, alimentaba los
mismos ideales para dedicarse totalmente al
Oratorio; pero su salud era endeble.
Mientras tanto don Bosco, a su vuelta de
Castelnuovo, se encontró con una carta de la
Secretaría Real del Maestrazgo de la Orden de San
Mauricio y de San Lázaro.
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