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medio de los muchachos y admirar su actitud. A don
Bosco le parecían personas muy distinguidas, y se
dio cuenta de que enseñaban el catecismo
maravillosamente. Colocado en un sitio desde donde
podía oír al que enseñaba en el coro, oyó que
hablaba de la fe con ejemplos y comparaciones.
-<>.
Cuando don Bosco oyó aquellas explicaciones tan
sólidas y, al mismo tiempo, tan adaptadas a la
inteligencia de los muchachos, rogóle quisiera
darles una platiquita después de Vísperas.
Objetóle el sacerdote que, siendo forastero, no le
parecía conveniente; que los muchachos necesitaban
oír una voz conocida. Insistió don Bosco y al
mismo tiempo invitó al otro para dar la bendición
con el Santísimo; los dos aceptaron sin
dificultad. Durante el sermón el otro sacerdote
asistía a los muchachos. Terminadas las funciones
religiosas, estaba don Bosco impaciente por
conversar con ellos, y saber quiénes eran.
-Este Padre es el abate Rosmini, fundador del
Instituto de la Caridad, dijo uno de ellos
señalando al otro.
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Sorprendido del todo, exclamó don Bosco:
-íEl abate Rosmini! íel filósofo!
-íOh, el filósofo!, dijo sonriendo Rosmini.
-íUn personaje de tanta fama, continuaba don
Bosco, que ha escrito tantos libros de filosofía!
-Eh, sí; he escrito algún libro -respondió
Rosmini con un aire de humildad e indiferencia que
admiró a don Bosco.
Este añadió:
-Ahora ya no me extraña haya dado el catecismo
tan bien y tan sabiamente. Y usted, continuó
dirigiéndose al otro, >>tendría la bondad de decir
su nombre?
-José Degaudenzi.
->>El Canónigo Arcipreste de Vercelli?
El mismo.
-íCómo me alegra conocer personalmente a quien
ya conocía muy bien por correspondencia epistolar!
íUn hombre tan insigne por su caridad y por su
celo!(**Es4.37**))
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