((**Es4.367**)
>>-Me parecía que hablabas; >>con quién?
((**It4.476**)) >>-Pues
mire: esta mañana no pude ir a misa, por lo que no
he rezado el rosario, y como me encuentro solo por
este camino, lo voy rezando, y me doy prisa para
ello, porque hoy es martes, día en que murió una
tía mía que me quería mucho y que me había hecho
muchos favores. Como no puedo agradecérselo de
otro modo, rezo hoy martes la tercera parte del
rosario por su alma>>.
En aquellos ejercicios espirituales de Giaveno
hubo dos maravillas. La primera fue el mismo
Morello, de quien don Bosco decía:
<>-José, le dije un día, >>por qué esa novedad
y no te estás con los demás en el puesto señalado?
>>Por qué te quedas en el fondo de la iglesia?
>>-Lo hago así, respondió, para no molestar a
mis compañeros.
>>->>Por qué, repliqué, temes estorbar a tus
compañeros?
>>Y él respondió:
>>-Mire, si el predicador habla del pecado
mortal, yo no puedo resistir; siento desgarrárseme
el corazón de tal manera, que tengo que salir o
gritar.
>>Entonces entendí por qué salía de repente de
la iglesia del Oratorio, a toda prisa, y empezaba
a gritar o pronunciar palabras extrañas. Por este
motivo, si yo me daba cuenta de que estaba
presente al sermón procuraba templar mis
expresiones; pero bastaba ((**It4.477**))
proferir la palabra pecado mortal con cierta
emoción para que él se levantara del banco y
saliera. Por esta razón, a la hora de predicar
solía quedarse junto a la puerta de la iglesia.
>>Su corazón era tan bueno y afectuoso, que
experimentaba la más tierna y sensible impresión
cuando oía hablar de cosas espirituales. Bastaba
hablarle del paraíso, del amor de Dios o de sus
beneficios, para que se sintiera totalmente
conmovido. Un día que estaba junto a mí, con otros
compañeros, le dirigí estas palabras:
>>-José, si sigues siendo siempre bueno, íqué
banquete vamos a hacer un día allá arriba en el
cielo con el Señor! íEstaremos siempre con él,
gozaremos con él y lo amaremos eternamente!
>>Estas palabras, pronunciadas casi al acaso,
produjeron en él tal impresión que palideció, se
desmayó y hubiera caído al suelo, de no haberle
sostenido sus compañeros>>.
(**Es4.367**))
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