((**Es4.366**)
las empresa de aquel hombre de Dios, que siempre
respondía:
-La Providencia lo enviará. El Señor conoce
nuestras necesidades y nos ayudará.
Los trabajos seguían hacia adelante, y en los
primeros días de septiembre acompañaba don Bosco a
más de cincuenta de sus jóvenes para hacer los
ejercicios espirituales en el seminario de
Giaveno. Algunos eran alumnos internos, otros del
Oratorio festivo. Fueron todos en el ómnibus hasta
Rívoli y, pasando por Avigliana, siguieron el
camino a pie. No queremos entrar en detalles;
solamente diremos que Cagliero y Turchi aseguraron
que ellos y sus compañeros quedaron impresionados
con los sermones del ((**It4.475**))
canónigo Arduino y de don Bosco, y que entre los
artesanos externos había verdaderos modelos de
virtud. Estaba entre ellos José Morello, el cual
asistía a los recreos del Oratorio los domingos,
se gozaba con las diversiones de los demás, pero
rara vez tomaba parte en ellas; y cuando todo el
patio estaba en movimiento, graciosamente,
creyendo que nadie le veía, se retiraba a la
iglesia, y, sin que nadie le estorbase, rezaba por
las almas del purgatorio, hacía la visita al
Santísimo Sacramento, recitaba la tercera parte
del rosario y recorría las estaciones del Vía
Crucis. Sin embargo, pese a sus precauciones para
evitar miradas ajenas, algunos compañeros, también
devotos, se dieron cuenta de ello y siguieron su
ejemplo. De donde nació la costumbre, que se
conservó en el Oratorio, de recitar la tercera
parte del rosario despues de la bendición con el
Santísimo Sacramento, y en la que tomaban parte
los que querían, sin que hubiese ninguna
obligación de ello.
Don Bosco contaba así de Morello: <>-Pobre muchacho, dije para mí, debe estar muy
cansado.
>>Al llegar más cerca de él, observé que, de
cuando en cuando, inclinaba la cabeza, como suele
hacerse al Gloria Patri, o cuando se nombra algo
de gran veneración: así que me di cuenta de que
rezaba. Era Morello.
>>-José, le dije, íme parece que estás muy
cansado!
>>-No mucho, he ido a hacer un recado para mi
amo: le llevo el cilindro de una máquina, que se
había averiado y que ha habido que arreglar.
(**Es4.366**))
<Anterior: 4. 365><Siguiente: 4. 367>