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debía más tarde destinarse a cocinas, bodegas y
comedores. Otra segunda escalera, en la torre del
campanario, debía conducir también a los
corredores, a las buhardillas y a dos
habitaciones, colocadas sobre la capilla de la
Virgen y la sacristía. A todo lo largo de las dos
plantas superiores, por delante y por detrás de la
casa, corrían dos balcones en piedra, con
barandilla de hierro, a través de los cuales se
entraba en las habitaciones con sus puertas
vidrieras. El cuerpo principal de la casa medía
casi cuarenta metros de largo por once metros y
sesenta y cuatro centímetros de ancho. El brazo de
levante era de doce y medio metros de largo y seis
de ancho. La altura hasta el tejado llegaba a los
dieciséis metros.
El plan no tenía nada de grandioso, y hasta
faltaban las comodidades necesarias. Los clérigos
y los mismos muchachos, especialmente Juan
Cagliero, habían hecho observar a don Bosco que
los corredores eran demasiado angostos y oscuros,
las escaleras y las puertas demasiado estrechas
para un colegio de muchachos y los dormitorios de
la buhardilla muy incómodos por su poca altura.
Pero el respondió:
-Contentémonos con poco, dejemos la hermosura y
la comodidad, y seremos bien vistos y ayudados por
la Divina Providencia.
Y añadió más; les dijo que la nueva casa,
precisamente por su mezquindad y ((**It4.474**))
pobreza, sería un día respetada por las
autoridades civiles y militares que, así no
echarían fuera a los muchachos. En efecto, años
después, en el 1859, pedía el Ayuntamiento de
Turín a don Bosco, a título de patriotismo, los
dormitorios del Oratorio para colocar en ellos a
los heridos de la batalla de Solferino.
Condescendió don Bosco, pero los comisarios
encontraron demasiado estrechas las escaleras,
corredores y puertas, se lo agradecieron y le
dejaron en paz.
Pero no se podía destruir la primitiva casucha,
ya que no había otro local para dormir. Por tanto,
pensó don Bosco levantar primero el trozo que
miraba a levante, empezando por donde estaba
dibujada la escalera, junto al portón. Se dio a
ello aquel mismo verano, pocos días después de la
bendición de la iglesia.
Empezadas las obras, progresaron los trabajos
febrilmente. El que no conocía del todo los
caminos y las fuentes de la Divina Providencia en
su favor, al ver cada día tantos obreros y
materiales reunidos y que el edificio se levantaba
como por ensalmo, preguntaba:
-Pero, >>de dónde va a sacar don Bosco el
dinero para pagar a tanta gente y hacer una casa
tan deprisa?
La misma pregunta siguióse repitiendo por los
profanos en todas
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