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CAPITULO XL
SOLEMNE FIESTA EN HONOR DE SAN LUIS -OCURRENCIA
GRACIOSA Y CASO DOLOROSO -CARTAS DE LOS OBISPOS
PARA LA TOMBOLA -EL OBISPO DE FOSSANO EN EL
ORATORIO -MEMORABLE DISCURSO DEL OBISPO DE BIELLA
-SORTEO DE LA TOMBOLA -MONSEÑOR FRANSONI SE
CONGRATULA CON DON BOSCO
LAS fiestas se sucedían continuamente en el
Oratorio. El día de San Juan vio por última vez
aquel año la tradicional hoguera en la plaza del
Castillo y el 29 de junio dejaba atrás a San Luis,
al que don Bosco había dedicado un altar en la
nueva iglesia.
En aquellos días, decía don Ascanio Savio, no
hacía más que hablar a
los muchachos, con gran ternura, de la pureza de
conciencia de este Santo, proponiéndolo como
modelo a imitar, y nosotros podíamos deducir de
sus mismas palabras la pureza de su alma. Y como
desahogo de su vivísima devoción, cuando estaba
entre nosotros, entonaba frecuentemente él mismo
la canción a San Luis.
Dejó escrito Brosio: <((**It4.461**)) celebró
los ritos sagrados. No faltó el religioso
espectáculo de una hermosa procesión. Hubo muchos
invitados. Durante las sagradas funciones yo mismo
pasaba de vez en cuando la bandeja para la
colecta, dentro y fuera de la iglesia, y recogí
cerca de ochenta liras.
>>Para atender y guardar el orden no sólo
estuvo mi escuadrón con sus fusiles de madera y la
simple trompeta del bersagliere, sino hasta una
compañía de la guardia nacional uniformada, con
sus tambores, mandada por el oficial señor Dasso,
dueño de una mercería
(**Es4.355**))
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