((**Es4.354**)
da gloriam (No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria), y repetir: la
Divina Providencia nos ha enviado este o aquel
socorro.
((**It4.459**))
Finalmente, queremos hacer observar, como resulta
de lo ya dicho, cuán grande era su unión con Dios,
hasta en lo que llamaríamos su vida exterior. Al
examinar su prodigiosa actividad, siempre ocupada
en incontables obras de caridad y de religión, se
siente uno inclinado a creer que se trataba de un
hombre calculador y de acción, y que se contentaba
con las oraciones obligatorias. <>. Su vida era
Jesucristo.
Sus secretarios le vieron empezar siempre el
trabajo con una intensa elevación de la mente a
Dios. Mientras pudo y se lo permitieron las
fuerzas, rezaba juntamente con los muchachos las
oraciones de la noche, de rodillas sobre el duro
pavimento de los pórticos, con el cuerpo recto, y
si veía que algún muchacho no hacía bien la señal
de la cruz no dejaba de advertírselo. Hasta las
cortas plegarias, que se solían hacer antes y
depués de comer, las recitaba con gran compostura.
Muchas veces, escribe don Miguel Rúa, le
sorprendí recogido en oración en los cortos
instantes en que se encontraba solo, necesitado de
un poco de descanso.
El mismo dijo un día a cierto hermano, con el
que tenía mucha confianza:
-A veces no puedo atender normalmente a la
lectura espiritual, y entonces, antes de
acostarme, de rodillas en el suelo, releo o al
menos recuerdo despaciosamente algunos versículos
de la Imitación de Cristo.
En fin, con el espíritu y el corazón fijos en
Jesús Sacramentado, vivía en continua plegaria.
(**Es4.354**))
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