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Pero, si queremos recordar los humildes principios
de las obras de aquellos hombres eminentes,
fácilmente descubriremos cómo se asemeja a ellos
la de don Bosco, y cómo, por sus inmensos
beneficios, es digna de ser colocada junto a la de
esos hombres que acabamos de citar. Después de
haber hablado de las dificultades encontradas, es
nuestra obligación no callar las ayudas, que en
estos tiempos calamitosos, en medio de las
tempestades políticas, que estremecen la bolsa del
rico y el corazón de todo el mundo, llegaron de
todas partes a las manos del incansable cultivador
del campo del Señor. Nada diremos de los hombres,
que se unieron a don Bosco y le secundaron, llenos
de iluminado celo, pero nos place recordar las mil
diversas formas con que se revistió la inagotable
caridad ciudadana para acudir en socorro de esta
santa obra; socorro de toda edad y condición, de
ricos y pobres, de grandes y pequeños; socialismo
inmenso, solamente realizable y justo, porque nace
del santo y admirable sentimiento con el que
contribuyó cada uno, de acuerdo con sus propias
fuerzas: el pintor con su cuadro, el comerciante
con los objetos de su negocio, en el que la mujer,
siempre grande, siempre la primera cuando se trata
de caridad, supo colocar toda la delicadeza de su
inagotable bondad.
>>En efecto, pueden verse en la exposición
objetos entregados para la tómbola, con la que se
ayuda efizcazmente al Oratorio, el sacrificio de
diversiones, de paseos, de juguetes dedicados,
según la edad, para el entretenimiento de los
pobres; puede verse esa caridad multiforme e
indirecta, como conviene a los seres sensibles y
delicados, que forman la parte más hermosa de las
obras de beneficencia, patrocinándolas y
manteniéndolas para dejar al hombre en su clase
más tosca y menos inteligente, la ayuda brutal del
dinero.
((**It4.445**))>>Hemos
dicho brutal, porque creemos que el que provee el
medio material para realizar una obra, está en el
que la inicia y la lleva a término, como el
soldado que combate está en el general que manda;
pero, al decir brutal, no queremos de ningún modo
mermar la santidad de su oficio. En efecto, la
misión que don Bosco ha puesto, bajo la invocación
de San Francisco de Sales, es grande y digna de
consideración. Apartar a la juventud del ocio
dominical, para mantenerla honesta y
religiosamente ocupada, es algo tan grande, que
en París, que ideó un sistema de signos manuales
para comunicarse con los sordomudos. La Asamblea
Nacional hizo incluir su nombre entre los
bienhechores de la humanidad. Es autor de un libro
para la instrucción de los sordomudos, a través de
signos (1776).
Assarotti. Lo mismo que Cottolengo -hoy San
José Benito Cottolengo- es uno de los muchos
fundadores de obras pías, contemporáneas de don
Bosco. (N. del T.).
(**Es4.343**))
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