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de que iban deprisa a sus casas en grupos. Al
pasar por el Rond_, donde todavía se ahorcaba a
los condenados a muerte, se oyó más de una vez
cómo repetían aquellos muchachos hijos del pueblo:
-Don Bosco nos quiere tanto que, si nos llevaran a
la horca, aún encontraría la manera de
salvarnos>>.
Lo mismo afirmaba Félix Reviglio.
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