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((**Es4.32**) ponían cada vez más dudosos y difíciles. El clero, crecido durante un largo período de paz, de armonía entre las dos potestades, de sumisión de los pueblos a la materna autoridad de la Iglesia, no estaba preparado para las luchas que se acercaban, y no hallaba orientación en el nuevo mar borrascoso en que debía navegar. Así que el veintidós de enero, el Arzobispo mandó una carta pastoral comunicando a los fieles el indulto cuaresmal, renovando la prohibición de los periódicos licenciosos y heréticos, y anunciando el restablecimiento del Gobierno Pontificio. El veinticinco de febrero salió de Chambery, el veintiséis se establecía en Pianezza y comunicaba al Soberano su llegada en una carta, añadiendo que volvía impulsado por la voz del deber, a la cual no podía resistir sin grave culpa. El Rey le envió varios personajes distinguidos, algunos eclesiásticos, para que, con pretextos varios, trataran de persuadirle que volviera al extranjero; pero él respondió con franqueza que seguiría allí. Por su parte don Bosco se apresuró a ir a Pianezza, que dista de Turín casi diez kilómetros. Fue solo y a pie. Al verlo Monseñor, sonriendo, le dirigió amablemente estas palabras: -Vae homini soli! (íay del hombre solo!). Y don Bosco con mucha gracia, y sin más explicaciones, le respondió enseguida: -Angelis suis Deus mandavit de te, ut custodiant te in omnibus viis tuis (Dios envió a sus ángeles contigo, para que te guarden en todos sus caminos). Don Bosco fue allí a visitarlo repetidas veces, porque tenía muchas cosas que decirle, y el Arzobispo le encargaba muchas otras confidencias. Además, >>quién puede expresar cómo le atraía el afecto a su principal bienhechor? Monseñor Fransoni, a pesar de las graves preocupaciones que le apremiaban, ((**It4.29**)) hablaba con gusto de la obra de los Oratorios festivos, que consideraba como propia, por haberla promovido con su patrocinio, y experimentaba gran inquietud e interés por su porvenir. Antes de salir de Turín había mandado llamar repetidas veces a don Bosco para exhortarle a prevenir de algún modo toda posibilidad de que la obra se disolviera. Le expresaba su vivo deseo de ver establecida una asociación, apta para promover cada vez más el desarrollo de la educación de los muchachos pobres, y conservar el espíritu y las costumbres tradicionales, que sólo se suelen aprender ordinariamente con la experiencia. Y ahora le repetía:(**Es4.32**))
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