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Una noble señora, que no pudo asistir a este
entretenimiento, manifestaba así a don Bosco su
pesar.
((**It4.413**)) Desde
mi quinta en Chieri, al 23 de mayo de 1852
Muy Rvdo. Señor:
La honrosa invitación de V. S. M. R. no me
llegó hasta ayer por la tarde, por la acostumbrada
negligencia del portero, y lo siento, tanto más
cuanto que he debido parecerle no solamente
descortés, sino ingrata, al no asistir a la
interesantísima reunión y no presentándole al
menos, conforme era mi deber, el más sentido
agradecimiento. Ruego a V. S. perdone mi
involuntaria ausencia y me conceda la esperanza de
admirar en cualquier otra ocasión, su santa Obra.
Ruégole, mientras tanto, agradezca la
publicación; con la que un joven Abogado de la
Emigración ha querido dar a conocer a Italia la
gracia de Dios, al renovarse entre nosotros el
gran ejemplo de los Calasanz y los Vicente de
Paúl: que el sacerdote, cuando sigue las máximas
del Evangelio, es querido y apreciado como merece
por todos indistintamente, aún por los que, poco
preocupados por la religión, lo serían, si el
clero siguiere más generalmente las normas
caritativas de nuestro Salvador.
Y renovando a V. S. M. R. mi más vivo
agradecimiento por el alto honor de haberme
recordado, pese a mi poquedad, me honro
profesándome con el más profundo respeto y
veneración...
De V.S.M.R.
S.S.S.
OCTAVIA
MASINO-BORGHESE
Aunque no sea muy justa la crítica del clero,
hecha en esta carta, la hemos presentado, porque
el elogio a don Bosco es verdadero y para que se
comprenda el espíritu y las opiniones de aquellos
tiempos y por qué la emigración política debía su
reconocimiento al Oratorio.
(**Es4.319**))
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