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y prolongados aplausos con que se acogían sus
respuestas y las distintas y no siempre fáciles
preguntas, eran una prueba cierta y segura de la
satisfacción universal.
La maravilla de los asistentes iba en aumento,
puesto que, habiendo acudido con el pensamiento de
que iban a asistir a una demostración infantil, se
encontraron con muchachos mayorcetes y llenos de
vida, los cuales, no dejándose arrastrar por los
malos ejemplos de sus coetáneos, dedicaban al
estudio el tiempo que les dejaba libre el trabajo
y que otros consumían en extravíos. En efecto, no
es fácil domar en la juventud el poderoso estímulo
que la lleva a las diversiones y conducirla al
estudio serio y paciente. Pero esto que resulta
difícil para los que se burlan de nuestro método
de instrucción, le es fácil al sacerdote católico,
el cual no tiene más método que el sugerido por la
caridad cristiana. Al ((**It4.412**))
contemplar a centenares de muchachos artesanos,
que renuncian a las diversiones para oír la
palabra de un sencillo sacerdote: >>preguntáis qué
es lo que sostiene a esa juventud, ansiosa de
libertad? El amor que tienen a su padre en Cristo.
>>Y qué es lo que alimenta y fomenta este amor
hacia su padre? íEl amor que éste tiene por sus
hijos! Y estos dos amores se identifican en el
amor a Jesucristo 1.
Recordamos haber sabido que el abate Aporti,
senador del Reino, embelesado por las respuestas
rápidas y exactas que daban aquellos jóvenes
artesanos, tuvo que decir que no se podía esperar
más, no sólo de unos mozalbetes, que durante todo
el día manejaban la paleta de albañil, la lezna o
la aguja, sino de aquellos mismos que pasaban la
mayor parte del año sobre los bancos de la
escuela, pendientes horas y horas de los labios de
un maestro.
Al final se distribuyeron los premios, que no
consistieron sólo en aplausos, sino en objetos
útiles, obsequio de los bienhechores.
Esta velada se hizo famosa puesto que,
queriendo borrar la acusación movida contra el
Oratorio sobre política, un jovencito recitó una
larga poesía en piamontés, compuesta por don
Bosco, que comenzaba así:
Nui parluma nen d'politica
A le niente nost'affŠ:
E nui fumma mac la critica
Al pan brun del panaté 2.
1 Véase Armonía, del martes 18 de mayo de 1852.
2 Nosotros no hablamos de política,
No es asunto nuestro:
Nosotros tan sólo criticamos
El pan negro del panadero. (N. del T.).
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