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1852, lo mismo que había hecho durante el año
anterior, el sábado por la tarde no se daba clase,
para que aprendiesen las antífonas y los salmos de
las vísperas del domingo. Todas las tardes, sin
embargo, se enseñaba el catecismo ((**It4.386**)) a los
más atrasados en religión, ya que don Bosco quería
se les admitiera para recibir la comunión apenas
fueran capaces de ello.
-Conviene, decía, que el Señor tome posesión de
sus corazones antes que entre en ellos el pecado.
Esto lo hacía él por sí mismo o a través de sus
catequistas, los cuales, suplían también a
cualquier maestro que faltase a las escuelas
nocturnas.
Se preparaban, además, para las funciones de
iglesia. El año 1851, don Miguel Angel Chiatellino
escribió una partitura musical, para una misa y
unas Letanías, que luego regaló a don Bosco. Los
muchachos las aprendieron y ejecutaron con mucho
gusto, y después siguieron interpretándolas los
nuevos coros que se formaron año tras año. A más
de esto, aprendieron a asistirse mutuamente,
motivo por el cual no había desórdenes de
importancia. A veces, podían sorprender a algunos,
ciertas libertades. Como entonces no había
edificaciones en torno al Oratorio, los muchachos,
correteando, llegaban hasta los prados de la
ciudadela, casi a medio kilómetro; pero siempre
corría con ellos y conducía la carrera uno de los
más celosos, él les conducía de nuevo atrás, para
reunirlos afectuosamente en torno a don Bosco.
Habíase calmado toda la borrasca en el
Oratorio, cuando en el periódico moderado, pero
católico, La Patria, apareció un magnífico
artículo alabando la Historia Sagrada de don
Bosco. El sacerdote Cocchis, ocupado entre tanto
en otras fundaciones, particularmente en la de los
Pequeños Artesanos, había confiado la dirección
del Oratorio de San Martín a don Pedro Ponte.
Este, de vuelta ya del viaje con la marquesa
Barolo, se dedicó con entusiasmo a la instrucción
de los hijos del pueblo hasta 1866. Aquel año se
retiró y entregó su Oratorio a la sociedad de San
Vicente de Paúl, la cual confió al Rector de los
Pequeños Artesanos la dirección espiritual. Hoy,
trasladado a la otra parte del Dora, con local
propio, recoge en las fiestas a más de
cuatrocientos muchachos.
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