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Los muchachos pusieron todo su empeño para ganar
la indulgencia, enfervorizados con la predicación
de don Bosco, el cual aconsejó a los alumnos
internos y a cierto número de externos, que, para
no olvidar aquellos solemnes días, escribieran en
un papelito los propósitos hechos, y lo guardasen
consigo mismo o se lo entregasen a él, que los
custodiaría.
Gustó a los muchachos la propuesta. Fueron
muchos los que los escribieron, encabezando su
papel con el título de: Mi jubileo, o bien con su
propio nombre. Otros firmaban su propósito, como
por ejemplo éste: -Soy Juan Bautista Sacco.
Prometo y espero cumplir.
Los pocos papeles que todavía se conservan,
manifiestan, con la simplicidad de su expresión,
((**It4.352**)) sus
repeticiones y errores gramaticales, que sus
escritores eran artesanos principiantes o noveles
estudiantes, recién entrados en el Oratorio.
He aquí la copia de algunos:
-Yo debo huir de los que blasfeman.
-Yo debo huir de los que acostumbran reñir, y
prometo no reñir con nadie.
-Yo debo prometer que no blasfemaré ni diré
cosas malas.
-Yo debo huir de los malos compañeros con los
que voy siempre.
-Yo prometo ser diligente en mis deberes y más
devoto en la iglesia.
-Yo debo acercarme con más frecuencia a los
Santos Sacramentos.
-Yo debo prometer apartarme de los que hablan
mal de la Iglesia.
Esta frase se lee en todos los papelitos,
prueba evidente de que se la había sugerido y
explicado don Bosco. Lo mismo hay que decir en
cuanto a la uniformidad y el orden de ideas, que
ciertamente es el mismo sostenido por él en su
predicación. Copiamos un papel entero como ejemplo
documental, un tanto corregido:
<(**Es4.273**))
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