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CAPITULO XXX
APOSTASIAS - SERMON SOBRE LA VIRGINIDAD DE MARIA
SANTISIMA -CELO Y CARIDAD DE N BOSCO CON LOS
ENGAÑADOS POR LOS HEREJES -DISCUSIONES CON LOS
PARTIDARIOS DE LOS VALDENSES Y SUS MINISTR0S -UN
SERMON INFIEL: EL AGUILA Y LA ZORRA -EL JUBILEO EN
EL ORATORIO DE SAN FRANCISCO DE SALES
-CONSTRUCCIONES DE LOS VALDENSES EN DERREDOR DE SU
TEMPLO
LOS valdenses continuaban esparciendo sus errores
entre el pueblo a través de la palabra y de la
prensa, y regalando ochenta liras a quienes se
inscribían en su secta. Algunos muchachos de los
Oratorios festivos, que habían proporcionado
graves disgustos a Don Bosco, y habían participado
en cuestiones en su contra, se dejaron arrastrar
por la apostasía, a cambio de aquellas viles
monedas. Víctimas de su odio, buscaban la forma de
desahogarse contra sus antiguos compañeros, los
cuales, según les advertía su propia conciencia,
les conceptuarían en adelante como renegados.
Sorían las nueve de la noche cuando aquel día
volvía Tomatis a casa. Al pasar cerca de la
iglesia de Nuestra Señora de la Consolación,
camino del Oratorio, advirtió que dos sujetos le
seguían.
Asustado, apretó el paso, y ellos también. Se echó
a correr y logró entrar en el patio y cerrar la
puerta a tiempo, ya que, de haber tardado un
instante más, le hubieran alcanzado. Fue
inmediatamente a contar lo sucedido ((**It4.347**)) a don
Bosco, el cual dispuso se tomaran las debidas
precauciones para tutelar la seguridad de la
comunidad.
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