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((**Es4.257**) tristeza, que muchos de los dedicados al ejercicio de las artes e industrias ciudadanas, empleaban los días festivos para gastar en el juego y en desordenadas diversiones los escasos dineros ganados durante la semana, y deseosos de remediar un mal que puede acarrear funestas consecuencias, determinaron abrir una casa para reuniones dominicales, en las que unos y otros pudieran tener comodidad para cumplir con los deberes religiosos, y a la vez recibir instrucción, dirección y consejo para organizar cristiana y honestamente la vida. Por eso se instituyó un Oratorio dedicado a San Francisco de Sales con los medios que suministró la caridad de personas generosas, que suelen contribuir en todo lo que se refiere al bien público; se proveyó de cuanto era necesario para la celebración de las funciones religiosas, y para dar a los muchachos una educación moral y cívica; se adoptaron juegos a propósito para el desarrollo de las facultades físicas y para distraer honestamente el espíritu, y así se logró que sus reuniones en aquel lugar fueran útiles y agradables. Difícil resulta decir el éxito que obtuvo al invitar a los muchachos sin hacer más propaganda que la requerida entre familiares para acudir los días festivos al Oratorio; lo que animó a agrandar el recinto y a introducir, con el andar del tiempo, ((**It4.331**)) las mejoras que la caridad ingeniosa y prudente pudo sugerir; empezóse después a enseñar, primero los domingos y luego por las tardes de la estación invernal, a leer, escribir, elementos de aritmética y de italiano, y se puso una clase especial para enseñar a los muchachos que lo deseaban el empleo de las medidas legales, de las que, dado que la mayor parte de ellos son artesanos, sentían gran necesidad. Durante dos lustros se han dedicado asiduamente y han consagrado sus días celosos sacerdotes y seglares a infundir en sus corazones amor a los padres, afecto fraterno, respeto a la autoridad, agradecimiento a los bienhechores, entusiasmo por el trabajo y más que nada, a instruir su mente con doctrinas católicas y morales, apartarlos de la mala vida, infundirles un santo temor de Dios y acostumbrarles, poco a poco, a la observancia de los mandamientos religiosos. Así, mientras hay quien laudablemente se ocupa en la difusión de medios científicos, para el progreso de las artes y de las industrias y para educar a los jóvenes pudientes en escuelas y colegios, en el modesto Oratorio de San Franciso de Sales se reparte ampliamente la instrucción religiosa y civil a los que, aunque menos favorecidos por la fortuna, tienen también ganas y deseos de ser útiles a sí mismos, a sus familias y a la patria. Pero, reconociendo que, dado el número siempre creciente de (**Es4.257**))
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