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CAPITULO XXVIII
FALTA DE MEDIOS PARA ACABAR LA IGLESIA -CIRCULAR
DEL OBISPO DE BIELLA -GENEROSAS SUBVENCIONES DEL
REY -UNA TOMBOLA
DURANTE los meses transcurridos de aquel año, don
Bosco no cesó un instante de ingeniarse para
acabar su iglesia. En agosto, cuando el sagrado
edificio se levantaba ya unos metros por encima
del suelo, se dio cuenta de que casi se habían
agotado sus finanzas. Con ayuda de algunas
beneméritas personas había recogido treinta y
cinco mil liras; pero desaparecieron como la nieve
al sol. Tuvo que recurrir entonces a la
beneficencia pública. Monseñor Pedro Losanna,
obispo de Biella, considerando que el nuevo
edificio y la institución de los Oratorios
resultaban singularmente benéficas para los
muchachos albañiles de su diócesis, residentes
durante la mayor parte del año en Turín, invitó a
sus párrocos para que le ayudaran con sus
limosnas. Con tal fin repartió la siguiente
circular:
Muy Reverendo Señor:
El insigne y piadoso sacerdote don Bosco,
animado por una caridad totalmente evangélica,
empezó a recoger en los días festivos en Turín a
cuantos jóvenes encontraba abandonados y ((**It4.320**))
perdidos por calles y plazas, en el populoso
barrio existente entre Borgo Dora y Martinetto, y
reunirlos en un lugar a propósito, para su
diversión, su instrucción y educación cristiana.
Fue tal el éxito de su santa industria que el
local destinado a capilla se ha quedado tan
reducido para su finalidad, que en la actualidad
no sirve para albergar más que una tercera parte
de los seiscientos y pico muchachos que allí
acuden. Empujado por el ansia de tan gran bien, se
enfrascó en la ardua empresa de construir una
iglesia capaz para las necesidades
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