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muchos otros que don Bosco profetizaba, que leía
en los corazones y manifestaba cosas ocultas,
pensó que, puesto que era de una inteligencia
finísima y conocía perfectamente las cosas del
Oratorio, la índole y costumbres de los muchachos
y de los que le rodeaban, pudiese naturalmente
prever ciertas cosas imprevistas a los demás y que
intuyese con sagacidad lo que permanecía escondido
a los menos expertos. Nosotros concedemos que don
Bosco poseía ese natural discernimiento, y
añadiremos que era portentosa su memoria de
nombres, personas, fisonomías, hechos y palabras,
y que seguramente es posible que se haya
aprovechado de estos conocimientos en favor del
prójimo. Pero, las muchas cosas extraordinarias
que se dijeron, lo mismo por los de fuera de casa
que por los alumnos, y las innumerables que
nosotros mismos hemos visto nos obligan a ((**It4.306**))
concluir que en todo ello ciertamente había
muchísimo de sobrenatural. Por lo demás, las
mismas dotes naturales de don Bosco, empleadas
heroicamente para gloria de Dios, es lógico que
fueran recompensadas con dones tan eminentes para
que su celo diera mayores frutos. El buen siervo
del Evangelio dijo a su amo:
-`Señor, tu mina ha producido diez minas'. Le
respondió: `íMuy bien, siervo bueno; ya que has
sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez
ciudades'1.
Don Ascanio Savio nos dejó un testimonio
clarísimo.
<>-Don Bosco, adivíneme los pecados.
>>Y don Bosco, alguna vez, se ponía a hablar
confidencialmente al oído de alguno, y éste daba a
entender que se los había adivinado, porque no
hablaba más. Una tarde estaba en la conversación
cierto muchacho de Vercelli, llamado Julio. Dijo
éste a don Bosco insistentemente:
>>-Adivine también los pecados que yo he
cometido.
>>Y don Bosco le habló secretamente al oído
como hacía con los otros. Este, al oír las
palabras de don Bosco, se puso a llorar
exclamando:
>>-Es él, es él el que predicó la misión en tal
iglesia, -aludiendo a cierta iglesia de Vercelli.
>>Como este joven procedía de un lejano pueblo,
y era aquél el primer día que estaba ante don
Bosco a quien no conocía, y no habiendo
1 Lucas XIX, 16-17.
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