((**Es4.228**)
>>-Sí, sí, tú no haces más que buscar
muchachos, sabiendo como sabes que aquí no tenemos
lugar.
>>Don Bosco sonriendo, añadió:
>>-íYa le encontraré un rinconcito!
>>-Poniéndolo en tu habitación, respondió la
mamá.
>>-No es necesario. El chiquillo, como usted
ve, no abulta mucho; le pondremos a dormir en el
cesto del pan y con una cuerda lo subiremos
arriba, bajo la viga, como una jaula de canarios.
>>La madre se echó a reír y me buscó un puesto.
Aquella noche me tocó dormir a los pies de la cama
de otro compañero.
((**It4.292**)) >>A la
mañana siguiente vi la pobreza que reinaba en
aquella casita. La estancia de don Bosco era baja
y angosta. Nuestro dormitorio, en la planta baja,
era estrecho y tenía por pavimento un embaldosado
de adoquines, y sin más muebles, que nuestros
jergones de paja, sábana y mantas. La cocina era
paupérrima, sin vajillas, salvo unas pocas
escudillas de estaño con sus correspondientes
cucharas. Tenedores, cuchillos y servilletas
llegaron muchos años después, comprados o
regalados por alguna persona piadosa y caritativa.
Nuestro comedor era un sotechado, y el de don
Bosco una pequeña habitación, junto al pozo, que
servía de clase y de salón de recreo. Todo aquel
conjunto ayudaba a mantenernos en la humilde y
pobre condición en que habíamos nacido y en la que
nos encontrábamos educados con el ejemplo del
siervo de Dios, el cual gozaba repartiéndonos la
comida, prestándose a poner en orden el
dormitorio, limpiando y remendándonos la ropa, y
haciendo los más humildes servicios.
>>La vida común que hacía con nosotros, nos
persuadía de que más que en un colegio o asilo,
nos encontrábamos como en familia, bajo la
dirección de un padre que nos quería, y sólo se
preocupaba de nuestro bien espiritual y material.
>>Le gustaba hacerse pequeño con los pequeños,
y sucedía a veces que alguno de nosotros olvidaba
el respeto que le era debido; y entonces, más que
por don Bosco, que toleraba todo a los muchachos,
uno era avisado por los mayorcitos, los cuales
decían: -íCuidado! >>no ves que al ofendernos,
ofendes y molestas también a don Bosco? íSi él es
tan bueno con nosotros, también nosotros debemos
ser buenos con él!
>>Veíamos a menudo a ciertos señores que venían
a visitar a don Bosco, atraídos por la fama de sus
obras, y no pocos se maravillaban al encontrarle
sentado sobre un caballete de ((**It4.293**)) madera
y aún en el suelo y como escondido en medio de una
cuadrilla de muchachos,
(**Es4.228**))
<Anterior: 4. 227><Siguiente: 4. 229>