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el cumplimiento de sus predicciones, aún cuando
entonces no se veía la menor probabilidad de
éxito.
Pero la nueva construcción bastaba para
acrecentar el entusiasmo de los jóvenes del
Oratorio festivo, con los que, de vez en cuando,
venían muchachos judíos. Don Bosco, que había
demostrado tanto cariño a éstos, siendo
condiscípulos suyos en Chieri, y que había ayudado
a la conversión de Abraham y de Jonás, les acogía
con mucho gusto. Un día, presentó uno de ellos al
clérigo Ascanio Savio para que lo instruyese, y el
muchacho fue bautizado. De buen grado se hubieran
convertido muchos otros, pero estaba de por medio
la dificultad de los padres. Después de la
emancipación, como asistían a las escuelas
públicas, quisieran o no, oían alguna instrucción
catequística, y debían experimentar cierta
atracción hacia el cristianismo. Pero los padres
no cesaban de prevenirles para que se librasen de
los cristianos como de enemigos, contra los cuales
era forzoso mantener un odio implacable. Y cuando
alguno presentaba indicios de propensión hacia los
católicos, inmediatamente lo sacaban de la
escuela.
<((**It4.282**)) fueron
encerrados durante mucho tiempo en una habitación,
como en una cárcel, para impedirles que se
hicieran cristianos. Esto no debe sorprendernos.
El judaísmo moderno no es la santa ley de otrora,
anunciada por los profetas y confirmada con
milagros. Tiene la Biblia, pero aprecia más el
Talmud, inspirador de odio contra los cristianos y
blasfemador de Dios, cuya existencia niega
directamente.
>>No pocas veces me tocó, durante el curso de
mi vida, tratar con judíos adultos, y sostuvimos
conversación sobre cuestiones de religión; daba
lástima, al hablar del Mesías, oírles cómo
razonaban sobre verdad tan grande. Algunos,
preguntados por mí, me llegaron casi a indignar
con sus cínicas respuestas. Hubo quien preguntado
si creía en el Mesías, me respondió: <>. Otro me replicó a
semejante pregunta: <>. >>Qué responder a personas
semejantes? El mayor número de ellas pasa la vida
en la ignorancia de la propia religión, sin
preocuparse del Mesías, y huyendo de quien
pretende
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