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((**Es4.22**) y una ilimitada longanimidad, con las que superaba o no se creaba obstáculos, lo mismo en las cosas pequeñas que en las grandes, y todo lo llevaba a feliz término. Pero sobre todo nos atraían su humildad. >>Una noche, enseñándonos el sistema métrico y haciendo cálculos sobre el encerado, casualmente se equivocó y por lo tanto, no lograba llegar a término con la solución del problema. Los numerosos alumnos estaban atentos y no entendían. ((**It4.15**)) Yo, que me di cuenta de dónde estaba el error, me levanté y, como mejor pude, le corregí. Otro maestro no hubiera aceptado semejante observación en público; pero don Bosco la aceptó amablemente y, desde entonces, me mostró mayor estimación, por lo que yo quedé maravillado. >>Su vigilancia sobre nuestra conducta era constante: no podía sufrir que el demonio le robase las almas>>. Hasta aquí Carlos Tomatis. Le ayudaba en la disciplina durante aquellos años 1849-1850, el sacerdote Grassini, que hacía de Prefecto y residía en el Oratorio cuando don Bosco salía a una u otra población del Piamonte.(**Es4.22**))
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