((**Es4.219**)
Juanito, Carlos, César, Agustín, Pedro,
Manfredo.
César.-íJuanito! >>Has pensado ya lo que debes
decir a estos señores antes de presentarles
nuestra humildísima ofrenda?
Juanito.-Ya sabes que yo no soy capaz de ello.
César.->>Pero, al menos, has estudiado la
lección que te pusieron en la escuela para este
hermoso día?
Juanito.-Sí, la he estudiado, pero...
((**It4.280**))
César.->>Qué pero, ni qué? >>Ya la has olvidado?
Juanito.-Apúntame la primera palabra y luego
sigo yo.
César.-En la escuela no se puede apuntar. Así
que haz el ofrecimiento o repite la lección. Si ya
la has estudiado, di lo que sepas.
Juanito.-Como no me la sé toda, diré lo que
pueda. Señores, yo les agradezco, en nombre de mis
compañeros, todas las molestias que ustedes se han
tomado por nosotros.
Agustín.-Yo doy las gracias al señor Alcalde y
en su persona agradezco al Ayuntamiento todos los
favores que ha hecho a nuestro Oratorio.
Carlos.-Lo mismo digo al canónigo Moreno, al
caballero Cotta y a todos estos nuestros
bienhechores. Gracias a todos.
Pedro.-Yo digo también en nombre de mis
compañeros. Amamos la religión, amamos la patria,
amamos la ciencia y la virtud.
Manfredo.-Y yo, no sabiendo qué más decir,
invito a mis compañeros a gritar en alta voz:
íViva el señor Alcalde! íVivan siempre felices
todos estos señores que hoy nos acompañan!
Gustó a todos la desenvoltura e ingenuidad de
aquellos sencillos hijos del pueblo. La milicia
gimnástica del Oratorio festivo, al mando de
Brosio el bersagliere, que había participado en la
fiesta manteniendo el orden, cerraba las
diversiones ejecutando unas evoluciones militares,
como solía hacer en todas las fiestas.
Caída la noche, y después de haberse retirado
la multitud, don Bosco se encontró a solas con los
alumnos internos, a los que la construcción de
aquella iglesia parecía la obra más grande que don
Bosco podía hacer. Y, dirigiéndose al clérigo
Reviglio, que manifestaba ((**It4.281**)) su
estupor por la iglesia de San Francisco, le dijo
con la seguridad de quien posee tesoros en sus
manos:
-Esto no es nada; ya verás cómo aquí...
delante... en derredor... se levantará...
Y describió la casa colosal que, al presente se
levanta. Mientras hablaba, los muchachos apuntaban
atentamente sus palabras, y esperaban
(**Es4.219**))
<Anterior: 4. 218><Siguiente: 4. 220>