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juventud sólidamente cristiana, no faltaron los
coros de voces juveniles; la representación
escénica de diálogos; un decorado modesto
realizado con verdadera maestría; un globo
aerostático, cohetes y fuegos artificiales que
cerraron la amena jornada. La alegría, el gozo, la
serenidad brillaba en el rostro de los numerosos
muchachos, que con pena dejaban el festivo lugar.
Era la fiesta de más de 1.500 muchachos que, entre
cordiales y religiosos vítores que escapaban de
sus corazones unidos, pendían de los labios de su
querido padre. Para la magnificencia de esta
solemnidad faltaba una iglesia mayor, ya que dos
tercios de los asistentes hubieron de quedarse
fuera, por la angostura del presente edificio;
pero se llena el alma de gozo al ver cómo la
divina Providencia parece ((**It4.270**))
preparar los medios para una nueva iglesia más
adecuada para el culto divino y más adaptada a las
necesidades presentes>>.
Queremos recordar todavía que el clérigo
Reviglio, sugerido por don Bosco, había colocado
en el balcón tres barriles llenos de agua, en cada
uno de los cuales había echado cierta materia
colorante. Partían de ellos tres canalitos, que
bajaban hasta el patio, pasaban bajo tierra y
llegaban hasta un estanque.
Por la tarde brotaron de repente los tres
chorros a tres colores con gran sorpresa e inmensa
alegría de los muchachos. Bastaba poco para
contentarles.
Poco después de esta fiesta iba don Bosco a San
Ignacio, junto a Lanzo, para hacer los Ejercicios,
en los que el teólogo Gastaldi predicaba las
instrucciones y el Padre Molina di Calvarista las
meditaciones. Es José Brosio quien nos cuenta esta
excursión en los siguientes términos:
<>Aunque esto me haya gustado, pues supongo que
los padres de dicho joven no se encuentran en
grave necesidad, y porque así me queda un puesto
para otro de los muchos peticionarios, me ha
sabido mal, porque el muchacho, después de muchos
cuidados, había mejorado bastante en su conducta y
sobre todo en el trabajo.
>>Usted, el señor Chiusano y yo, hemos hecho
todo lo que hemos podido; que continúe el Señor lo
que nosotros hemos intentado hacer...
>>Salúdeme cariñosamente a su primo Miguel
Chiusano, a los de su casa, también de parte de
los de nuestro Oratorio, y quiérame en el Señor,
mientras me profeso, etc.
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