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allí tres meses, trabajando en sus manuscritos, y
sin más pago por la estancia que aplicar la misa
en favor del Santuario. Don Bosco aceptó
agradecido, pensando que una semana de descanso y
oración, ante la santa imagen, si ello le fuera
posible, le proporcionaría gran alivio. Y en
efecto, algún tiempo después, volvió; pero había
cambiado la administración y no le concedieron la
estancia>>.
De vuelta del Santuario de Oropa, don Bosco
preparó los planos de la iglesia y, acompañados de
una instancia pidiendo su aprobación, los presentó
al Ayuntamiento. Inmediatamente empezó a escribir
cartas a muchas personas propicias a la
beneficencia, exponiéndoles la necesidad en que se
encontraba el barrio de Valdocco de un edificio
consagrado al culto divino y pidiéndoles su ayuda,
para lo cual les incluía un boleto de suscripción
1.
Durante varios meses seguidos no paró de
escribir y obtuvo respuestas de los obispos de
Piamonte, a los que había dirigido su calurosa
petición, rogándoles ((**It4.266**))
quisieran ser promotores de la suscripción en sus
diócesis. Los prelados respondían estar dispuestos
a ayudarle; pero lamentaban la dificultad de
obtener las limosnas pedidas, ya que ellos tenían
muchos gastos imposibles de cubrir por falta de
unos fondos que la mermada caridad hacía desear.
Uno tenía iglesias que levantar o reparar; otro se
encontraba muy apurado económicamente; alguno
estaba oprimido con instituciones que había de
sostener en la ciudad, y la diócesis era muy
pobre, o asediado por múltiples peticiones para
distintas obras pías. A pesar de todo, le
prometían que, con el tiempo, no defraudarían su
espera y uno le mandaba su óbolo, otro aceptaba
misas a celebrar, dejando la limosna de las mismas
a disposición de don Bosco.
Es digna de notar la deferencia que respiran
sus respuestas. El obispo de Fossano escribía:
<>. El obispo de Alba:
<>. El obispo de Susa: <(**Es4.209**))
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